Copenhague. Noruega inaugura este miércoles los actos de homenaje a su artista más internacional, el pintor Edvard Munch, con un amplio programa multidisciplinar que recuerda al autor de El grito en el 150 aniversario de su nacimiento. La vida y la obra de Munch (1863-1944), considerado uno de los pintores fundamentales del siglo pasado, serán objeto de varias exposiciones, obras de teatro, piezas musicales, películas, conferencias y libros.
Las actividades se concentrarán en ocho ciudades noruegas que tuvieron importancia en la trayectoria del pintor, empezando por su villa natal, Løten, aunque la mayoría se situará en Oslo, donde pasó casi toda su vida. En la capital noruega se inaugurará en junio la mayor retrospectiva de su producción artística, en una exposición conjunta del Museo Nacional y del Museo Munch que reunirá más de 250 obras.
Esta última institución acogerá en otoño otra muestra destacada de grabados y dibujos, bautizada Munch sobre el papel; mientras que Autorretrato con cigarrillo, una de sus obras más conocidas, recorre desde diciembre varios museos de este país nórdico. Además, se han programado festivales de música dedicados al pintor, una obra de teatro recreará un encuentro ficticio entre él y Van Gogh y un documental reflexionará sobre la importancia de su obra en el arte contemporáneo. Varios libros de investigación sobre su producción artística serán publicados a lo largo del año y se organizarán conferencias y simposios internacionales para recordar a un pintor que en los últimos meses ha demostrado estar más que nunca de actualidad.
El ojo moderno, una muestra que explora la relación de Munch con el cine y la fotografía, fue un éxito de público el año pasado en la Tate Modern de Londres y en el Centro Pompidou de París. Su cuadro más conocido, El grito, considerado un icono de la modernidad, fue subastado en mayo en Nueva York por casi 120 millones de dólares, convirtiéndose en la obra más cara vendida jamás en una puja de este tipo.
El cuadro subastado es la única las cuatro versiones que existen de El grito que permanece en manos privadas: las otras tres se encuentran en el Museo Nacional y en el Museo Munch de Oslo, aunque dos de ellas han tenido una existencia azarosa. La más famosa versión de El grito fue robada del Museo Nacional en 1994 y recuperada a los tres meses. Diez años después, unos ladrones se llevaron a plena luz del día la versión que colgaba en el Museo Munch, junto con La Madonna, y ambos cuadros no fueron encontrados hasta dos años después, aunque con daños irreparables.
Nueve años después su legado permanece en el mismo lugar, víctima de las intrigas de los partidos políticos, incapaces de ponerse de acuerdo sobre la nueva ubicación. Movilizaciones ciudadanas y de artistas no han conseguido desbloquear la situación, ya que no hay mayoría en el Consistorio para ninguna de las tres ubicaciones posibles. Así, mientras Noruega abre un vasto programa para homenajear a Munch, éste carece de un museo moderno donde exhibir toda su obra.