Melodía de seducción
La empresa vizcaina Practice Your Music accede a la cúspide de la informática con una aplicación presente en Windows 8
Bilbao
Fue un e-mail". Así llegó la respuesta afirmativa del gigante Microsoft a la bandeja de entrada de Practice Your Music, una empresa vizcaina que ha conseguido situar su producto, una aplicación para el aprendizaje y práctica musical, en el fastuoso y rutilante escaparate de Windows 8, el nuevo sistema operativo de Microsoft, que se prevé dotará a 500 millones de ordenadores y tabletas por todo el planeta. Antes del e-mail, de la euforia y los nervios de alcanzar semejante podio, de colarse por la gran ventana de la música al universo, fue la idea de tres emprendedores: Aitor Alzibar, Asier Ercilla y Unai González, asociados a la música desde el estudio de grabación Balea de Arantzazu, puerta con puerta con Igorre. Allí giraron el pomo de un viaje iniciático, de una travesía hacia lo desconocido impulsados por la pértiga de la experiencia de la academia musical en la que impartían clases. "Teníamos claro que queríamos hacer algo para motivar a la gente en la práctica musical en solitario", disecciona Aitor Alzibar mientras camina por el Arenal de Bilbao, cálido en el corazón de noviembre, arropado por la hojarasca que se regodea en otoño, y por el quiosco de música, lugar de encuentro de una fantástica melodía, el altar que sirve para explicar un sueño.
La primera nota de la partitura se tocó hace tres años, en las charlas en las que Aitor, Asier y Unai, amantes de la música, mantenían sobre cómo lograr que la práctica musical en solitario, un territorio yermo por lo que supone de capacidad de concentración, aislamiento, constancia y soledad tuviera una digestión más llevadera y divertida. "Pensamos que era necesario un soporte para conseguir que la práctica musical en solitario no resultara tan dura. Buscábamos que la persona interactuara, que fusionara su interpretación con la de los otros músicos que se le ofrecen y que evidentemente no estaban presentes en el mismo espacio. Se trata de tocar junto a la banda, con ellos. Cuando quieres y dónde quieres", explica Alzibar.
"Teníamos claro lo que queríamos hacer, ahora bien, el reto era cómo hacerlo, cómo plasmar esa idea en un producto que fuera bueno y original", reconoce. Encauzar la ocurrencia les situó sobre la huella de los inventores, sobre el rastro del prueba-error. "No queda otra. En eso no hay secretos". Así se parió la luz, el teléfono, la penicilina... La aplicación de Practice Your Music, gratuita por el momento, luce ahora como la fluida carrocería de un flamante Rolls Royce, pero no siempre fue así.
Antes de facturar el producto fueron necesarios "ocho prototipos" hasta conseguir "lo que buscábamos", que viene a ser algo así como participar con el instrumento que uno toca compartiendo una partitura dentro de una banda que está presente en el mundo virtual, en la pantalla de un ordenador o de una tableta. El usuario, conectado al ordenador, toca su partitura, su relato dentro del sonido real -"una novedad muy importante porque hasta ahora lo que se proponía era el sonido artificial que proporciona una tarjeta de sonido, algo que echa para atrás a los músicos", destaca Alzibar- que proporciona la banda, y a su vez puede gestionar la incidencia de los otros instrumentos que le acompañan. La interactuación es una de las claves de Practice Your Music. "Imaginemos a alguien que practica con el violín y lo quiere hacer con un cuarteto de cuerda, que se le proporciona mediante la aplicación. Tal vez quiera que el violonchelo no tenga tanto protagonismo mientras practica, entonces puede hacer desaparecer su sonido mientras resalta el de una viola, por ejemplo... las posibilidades son muchas. Además, el usuario tiene la posibilidad de grabar sus interpretaciones mediante la webcam y después compartir su grabación con otras personas. Y eso ayuda a mejorar", describe Alzibar sobre una aplicación que seguirá creciendo en el futuro más allá de la música clásica, el campo base del producto, que después se expandirá por otros estilos musicales como el pop-rock. "Estamos trabajando en ello. La idea es ir hasta el infinito y más allá, pero paso a paso. Hay que hacer bien las cosas. Eso es lo fundamental", subraya Alzibar.
GRAN DESAFÍO La decisión de grabar un catálogo de medio centenar de canciones del repertorio clásico no fue aleatoria. Son numerosos los factores que empujaron a favor de esa apuesta concreta. "De entrada hay que tener en cuenta que el negocio musical es muy complejo, por eso, de salida, lo principal era simplificar. Hacer un buen producto partiendo de una posición lo más racional posible". La música clásica ofrece esa posibilidad al disponer de un repertorio común. "Todo el mundo toca las mismas canciones aquí, en Alemania, en Estados Unidos o en China. Las canciones son las que son y los métodos de aprendizaje de los conservatorios son muy similares", recita Alzibar, que añade que "tampoco se debe olvidar que en el repertorio clásico no se pagan derechos de autor, por lo que si vas sumando diferentes cuestiones, empezar con la música clásica era lo más lógico". No por ello el camino para obtener el primer catálogo de Practice Your Music fueron tres acordes. "Es muy difícil aglutinarlo todo en una aplicación. Hacerlo fácil resulta muy complicado", matiza Alzibar sobre un desafío que implicaba encolar sonido, imagen, iluminación, maquillaje, edición... Para cada canción grabada de la aplicación se precisa el concurso de entre 40 y 50 personas. Después, ese metraje con la interpretación de la banda debe traducirse al lenguaje informático, creado ex profeso para las características del Windows 8, pero de tal manera que este sea legible empleándolo únicamente los dedos. "Se trata de comprimirlo todo y luego trastear con los dedos en una pantalla táctil". La ley de la cultura digital. "Tocar la pantalla".
búsqueda de fondos El reto para la incipiente empresa vizcaina no solo resultó tecnológico sino que también tuvo que adentrarse en la captación de recursos económicos con el objetivo de financiar un proyecto novedoso, atractivo e inexistente en el mercado. "Hay que moverse y existen ayudas para tirar hacia delante. Yo animo a que la gente se atreva", indica Alzibar, que desconoce con exactitud las puertas que tocaron para seguir persiguiendo su sueño hasta dar con una de las puertas más grandes. "No sé poner una cifra, pero fueron muchas. De todos modos siempre tuvimos la sensación de avanzar". Emprendedores en tiempos de cinturones apretados y tijeras cortantes como Excalibur, encontraron asilo en las ayudas institucionales, sobre todo en la Diputación Foral de Bizkaia vía Seed (una sociedad de inversión de ayuda a la empresa), y también en el Gobierno vasco. "Presentamos un dossier audiovisual para exponer lo que queríamos hacer y mostrar lo que se podía conseguir", recuerda Aitor. Practice Your Music convenció a las autoridades, que nutrieron con la gasolina de las subvenciones una empresa dispuesta a expandirse a nivel mundial que partía desde un lenguaje transfronterizo, internacional, universal: la música. No existe un vaso comunicante tan poderoso. "No teníamos ninguna duda de que el mercado al que teníamos que acudir era de ámbito internacional. No lo planteamos de otra manera. Es un buen producto porque da respuesta a una problemática común de los estudiantes y aficionados de la música de manera sencilla y porque nadie había hecho nada parecido".
Convencidos del resultado, decidieron que tenían que mostrar su aplicación en las ferias de tecnología, donde el sector vuelca sus novedades. "Allí fuimos chapurreando inglés para dar a conocer Practice Your Music". Apenas les hacia falta hablar porque el producto generó un gran impacto en la industria de la informática, de una capacidad vírica extraordinaria. "Se vende solo", dice orgulloso sobre la criatura Alzibar, que junto a sus colegas tuvo que subir al globo de Phileas Fogg para estar presente en los distintos escaparates. "Éramos un poco como paracaidistas", bromea Alzibar, que junto a sus socios vivió el vértigo de la montaña rusa de los pioneros.
"Nunca pensamos en abandonar el camino". Era demasiado tarde después de generar tanta expectación. "El producto y lo que nos decían sobre él nos empujaba a caminar hacia delante", incide Alzibar, que junto a sus compañeros desea "afianzar financieramente la empresa", todavía escueta, con seis empleados fijos pero que para las grabaciones en vídeo de las canciones del repertorio den vuelo a decenas de personas. Con un producto sólido bajo el brazo, los emprendedores anudillaron puertas sin descanso. Las bisagras cedieron una tras otra hasta que apareció la efigie de Microsoft, el imperio de Bill Gates. "La aplicación la presentamos para la videoconsola Xbox, pero ellos veían el producto más en el ámbito educativo que en el de entretenimiento", diserta Alzibar, cuya empresa también colabora con centros educativos. De momento, la aplicación es uno de los iconos de Windows 8, una ventana de 500 millones de potenciales clientes a los que pretenden seducir con su melodía.
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