Sería estéril enumerarlos porque cada cual tendrá los suyos, pero a la hora de celebrar los quince años de vida del Museo Guggenheim en Bilbao hay, ha de haberlos, quince motivos para ser felices. Ayer, en uno de los actos conmemorativos que han espolvoreado todo 2012, se celebró la tradicional cena anual con el preámbulo de un recital interpretado, a modo de performance multimedia, por el célebre pianista ruso Mikhail Rudy. El gran Mikhail trabajó sobre la pieza de Modest Mussorgsky Cuadros de una exposición, interpretada junto a proyecciones animadas en vídeo de una serie de dibujos muy poco conocidos que Vasily Kandinsky creó para su histórica escenografía de la partitura de Mussorgsky en Dessau, Alemania, en 1928.

Fue una noche marcada a fuego por la emoción, una de esas veladas que quedan grabadas en la retina de la memoria de los ojos azules (hay otra, de ojos negros, que es más nociva...) de quienes la viven. Ayer lo hicieron el pintor neoyorquino Alex Kaltz, junto a su esposa, Ada Kaltz, y cuyas sonrisas pop (por mucho que el artista niegue tal vinculación...) inundan una de las estancias del museo, organizadas por el comisario de la exposición, Álvaro Rodríguez Fominaya; el director del Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte, Arrate Ojanguren; el director de la Solomon R. Guggenheim Museum and Foundation, Richard Armstrong; el diputado general, José Luis Bilbao, la diputada de Cultura, Josune Ariztondo, Antonio Rivera, Jon Azua, los artistas Dario Urzay, Pello Irazu, Txomin Badiola, Miquel Navarro o Ixone Sádaba, entre otros; Víctor Pérez de Guezuraga, Manuel Marín, Vicente Mestre, Ignacio Agreda, Ricardo Martí Fluxa, José Luis Damborenea, de la Bolsa de Bilbao, Eduardo Gorostiza, Javier Andrés, de Editorial Iparraguirre, Juan Pedro Badiola o Mikel Torres, de Metro Bilbao; Pilar Aresti, Guillermo Caballero Luján, el notario José María Arriola, Jon Ortuzar, Arrate Ojanguren, Rosa Lertxundi, Isabel Bátiz, Maite Lastra, Pablo Atela, Berta Longas y un buen número de asistentes a la cena anual.

A la cita con la nostalgia tampoco faltaron Joseba Jauregizar, Roberto Urkiza, Carlos Gómez Mariaca, Javier de Juana, Juanjo Loroño, Enelina Díez, Alberto Uribe-Etxebarria y una legión de nombres propios que disfrutaron de la cena diseñada por Josean Martínez Alija, amo y señor del Nerua y que contó con los abastecimientos de G. H. Mumm; las bodegas Domecq, con Philippe Ortega y Javier Abrisqueta al frente o Norbega, con Gonzalo Márquez y Aitor Arteaga en el horizonte. Los hongos a la brasa con cerdo ibérico y foie, merluza con quinua real gusada, puerro y menta y la calabaza con bergamota, galleta de enkir y helado de cerveza dejaron entre los comensales un sabor pop, si es que se puede decir así.