bilbao. A pesar de haber acompañado en discos y grabaciones a Gon-tzal Mendibil, Txuma Murugarren y Markos Untzeta, el pianista Jerónimo Martín sigue apostando por su carrera en solitario con la edición de Quinoa (Errabal), su segundo disco en solitario en el que apuesta, en formato de sexteto, por aunar sonidos jazz con aires de música clásica y folk. "Me gusta romper barreras entre estilos, así me siento cómodo", explicó a DEIA.
Martín, músico bilbaino curtido en Barcelona y licenciado en piano-jazz en Musikene, el Conservatorio Superior de Música del País Vasco, lleva desde 2004 con diversos proyectos en solitario, que cristalizaron con un debut discográfico, en formato de trío, titulado Piedraescrita y publicado en 2006 por Gaztelupeko Hotsak. Su continuidad acaba de editarse bajo el título de Quinoa. "Es el título de una de las piezas del CD y también me gusta mucho el sonido de la palabra. Además, este alimento tan rico que tiene unos 5.000 años une algo cotidiano como la comida con la música", asegura el músico.
Quinoa, disco que agrupa ocho composiciones musicales de "muy larga duración", ofrece como novedad principal con su predecesor el formato del grupo que acompaña al piano de Jerónimo Martín. Al contrabajo y la batería de antaño se suman la trompeta y el fliscornio de Rubén Salvador, el saco tenor de Julen Izarra y el trombón de Gonzalo Fernández de Larrinoa. "Todos ellos provienen de Musikene y tienen una gran experiencia en el mundo del jazz y en otros estilos. Estoy muy satisfecho de poder haber trabajado con ellos", indicó el pianista.
En el cambio de formato estaba el deseo de Jerónimo Martín de "hacer un trabajo diferente". De hecho, en un principio pensó en una formación de cuarteto, hasta llegar al sexteto final. "Esta instrumentación de vientos añade más matices y timbres a los sonidos que parten del piano. El resultado final tiene más fuerza y mejora su sonoridad", explicó el músico, para el que su disco "tiene un contenido emocional muy alto, ya que he volcado todos mis sentimientos y pensamientos en él".
El CD, que requirió de un periodo de composición y ensayos de "casi dos años, lo que ha madurado mucho los temas", se grabó en los estudios Elkar de Donostia en "sólo dos días", bajo los mandos de Jean Phocas. "A pesar de la plantilla de músicos, el añadido de los instrumentos de viento no supone un cambio en mi estilo e instrumentos musicales", indicó Martín a preguntas de este diario.
Su música, profundamente melancólica y que ha crecido en estructura y arreglos, sigue buscando la colisión de géneros. "El disco nuevo es una continuidad de mis principios estilísticos, en los que me acerco sin complejos del jazz a la música clásica, a la sinfónica, en concreto. Se podría denominar como jazz de cámara. Me gusta romper barreras entre estilos, es algo en lo que me siento cómodo y que me sale así, de manera natural", explicó a DEIA.