Lecciones de ética desde la butaca
'José K Torturado', en el Campos Elíseos este fin de semana, invita a reflexionar sobre la tortura
BILBAO. LO único que puede redimirnos es la conciencia". Son palabras de Carles Alfaro (Valencia, 1960), director de la obra José K Torturado, que se representa este fin de semana en el Teatro Campos Elíseos de Bilbao. Basada en el texto del fallecido periodista y escritor donostiarra Javier Ortiz, la obra escenifica la última hora de José K, uno de los terroristas más buscados en el mundo que pone a las fuerzas de seguridad en una situación límite: ha instalado una bomba en una concurrida plaza de un país ficticio -o quizá no tanto-, y disponen de una hora como máximo para conseguir que confiese la ubicación del artefacto antes de que este explote y cause una masacre. Ante semejante tesitura, ¿es legítima la práctica de la tortura? Esta es la peliaguda cuestión que plantean el cineasta valenciano, la directora de Studio Teatro, Sandra Toral (productora de la obra) y el actor Pedro Casablanc, que encarna a José K.
Si bien la función no explicita ningún tipo de terrorismo ni país concretos, la práctica de la tortura y el eterno dilema acerca de si el fin justifica los medios permanecen vigentes en la actualidad. "Cuando lees el texto, percibes que Javier sabía perfectamente de lo que estaba hablando", coinciden Alfaro y Toral. El cineasta lamenta no haber podido conocer en persona a Ortiz, algo que sí hizo Toral. "La primera vez que tuve noticia del texto de José K fue a través de su autor, hace más de una década. Ortiz lo leyó con motivo de unas jornadas de la Asociación Contra la Tortura en Madrid. Se produjo tal silencio en la sala que inmediatamente pensé: Esto tiene que ser teatro. Tras vencer mi timidez, le telefoneé y le dije que quería llevar su texto al teatro", relata Sandra Toral, también conocida por su faceta de actriz.
escuchar al otro La obra de Ortiz no era una pieza teatral -de ahí que el periodista mostrara reticencias iniciales a la propuesta de Toral-; pero cuando el trabajo recayó en manos de Alfaro y se puso a investigar, descubrió que existían varias versiones, decantándose finalmente por el manuscrito original, "el más largo, pero a la vez el más espontáneo y en el que mejor se reflejan las contradicciones del ser humano", sostiene Alfaro, quien también ha dirigido el documental Nacidos culpables, que muestra la complicada vida de varios descendientes de nazis.
José K Torturado constituye asimismo una crítica a toda sociedad donde reclamar escuchar al otro se equipara a legitimar su postura. "Me parece impresentable que nunca pudiéramos dar voz a un terrorista", apunta. En el caso del personaje José K, "no se trata de ningún loco, sino que es un monstruo lleno de razones", puntualiza el cineasta. En su opinión, esto hace que el dilema que plantea la obra sea mucho más complejo, aunque Sandra Toral parece tenerlo bastante claro: "Si abrimos la espita de la tortura de forma excepcional, entonces no queda nada humano a lo que aferrarse".
"En una sociedad en la que la ética parece algo de tontos y todo se limita a si te pillan o no, lo único que puede redimirnos es la conciencia", asevera Alfaro.
Por su parte, el actor Pedro Casablanc, protagonista absoluto de la obra, permanece durante toda la función aislado del público, encerrado en un cubículo de cristal, rodeado de espejos que le obligan a enfrentarse a sí mismo. "Su interpretación es soberbia, la jaula se empaña al tiempo que lo hacen sus emociones, es desgarrador y a la vez poético", describe Toral, quien asegura que entre el público se produce el mismo tenso silencio que provocó Ortiz en aquella conferencia. "Soy agnóstica, pero espero que, de algún modo, esta obra llegue a Javier Ortiz, así como a José Saramago, que elogió este trabajo, y a mi padre, que también perdí", concluye.