WEOCLAW. Un gnomo se encuentra atrapado entre unas rejas en la zona antigua de Wroclaw. Esta ciudad de la Silesia polaca, sede de la Eurocopa 2012, que cuenta con 200 puentes y un 30% de su superficie es verde, respira hoy con sus bellas fachadas restauradas y mirando a su capitalidad de la cultura en 2016, que compartirá con Donostia. Pero esos pequeños símbolos en forma de mínimas estatuas hablan del sufrimiento de Polonia en el siglo XX, en algunos casos devastada en un 80%, como ocurrió con una Wroclaw bombardeada en la II Guerra Mundial, y atenazada, a continuación y durante décadas, por un férreo régimen soviético. De ahí los gnomos que se rebelan por las calles...
Nuestro recorrido por Polonia estará marcado, así, por fotos de 1945 que denuncian que la mayor parte de la belleza que vemos es fruto de la reconstrucción. Con un amparo aún benigno por parte de la Unión Europea, Polonia se abre a la primavera sonriente, tras la dureza de su largo invierno. Y en Wroclaw, como en Gdansk, parejas de enamorados atraviesan puentes en los que decenas de candados evidencian que su relación va en serio. La estampa, con la isla de la catedral de fondo, resulta pictórica y romántica: estamos en Polonia, patria de Chopin, de Günter Grass, de Copérnico y de Szymborska; donde comer tiene música, donde charlar es un dueto.
Hoy los polacos van dejando atrás esos tiempos de racionamiento y control ideológico, que tanto dicen que les frenaron, y acogen al visitante con su carácter discreto pero con calidez. Se saben bastante desconocidos y tienen hambre de apertura, y para ello se sirven de un nivel de inglés bastante alto, en la mayoría de los lugares donde nos movamos. La celebración de la Eurocopa en verano los ha puesto en el mapa, y las infraestructuras se han disparado, pues "antes eran muy malas, era un país muy destruido", estima Joanna Zawadzka-Kaczmarek, profesora de francés y estupenda guía en Wroclaw.
Sin duda, esta ciudad que fue alemana, prusiana, judía... tiene suficientes encantos para hermanarse con Donostia en 2016. Aunque sus vecinas Cracovia, Gdansk o Poznan son también núcleos interesantes y bellos. En el caso de la urbe en torno al Oder, su centro histórico está presidido por una plaza del Mercado de interminables fachadas de suaves colores, desde renacentistas hasta modernistas, completamente nuevas. Allí se encuentra un emblemático ayuntamiento gótico, cuya campana de reloj más antigua de Polonia (1368) cuenta hoy con el mecanismo de 1801. Junto a él la gospoda Spiz elabora su propia cerveza. Esto va ocurriendo cada vez más en el país eslavo, y en nuestra visita, a medida que va extinguiéndose marzo, a veces se podrá tomar algo en una terraza sin aterirse. Y la plaza del Mercado se llena de vida, en un suave bullicio.
Actualmente, las casas del Sol dorado, del Sol azul, de los Grifos y de los Electores lucen esplendorosas, como la hilera de fachadas que las rodean, y al igual que las que decoran la contigua plaza de la Sal. La primera renovación se produjo en los años 60, pero sin los colores originales, los cuales fueron recuperados en los 90. "Algunas son ahora más bonitas que antes de la guerra", cuenta Joanna. El Bank Zachodni desentona en este idílico conjunto en tonos pastel, edificado en 1930 con fines más crematísticos.
despegue económico Pero el impositivo banco también simboliza la pujanza que viene desarrollando esta ciudad de 640.000 habitantes, un crecimiento económico del 10% anual y un PIB per cápita en torno a los 11.000 euros (un 50% más que la media nacional). "El país sí está en plena efervescencia, y Wroclaw en particular, muy pujante, y con una voluntad muy clara de abrirse, de estar en los sitios donde pasan cosas", indica a DEIA Eva Salaberria, responsable de la Oficina de la capitalidad donostiarra. Eva ha comprobado cómo Wroclaw -con un 20% de su población estudiante- atrae a buen número de Erasmus polacos que, al volver a su país, deciden establecerse aquí.
No es para menos. Con el mayor fondo de leasing europeo, este gran centro industrial y de investigación científica cuenta con más de 25 teatros, su mítica Ópera y una esplendorosa Universidad, donde destaca una deliciosa Aula Leopoldina, mayoritariamente barroca.
Atravesando el Oder por el antiguo puente del Camino del Ámbar -antaño de madera-, accedemos a la isla de la Arena, donde se encuentra la iglesia de ese nombre. Otro puente, el de los Enamorados, nos lleva a la isla de la Catedral, con la Iglesia de la Cruz y San Bartolomeo, la de San Martín (tras el orfanato) y la de Pedro y Pablo. Nadie diría que la cercana y enhiesta catedral fue destruida completamente en la Gran Guerra. Gótica, pero de púlpito barroco, cuenta con vidrieras de los años 50 y un órgano centenario, al igual que sus homólogas de las ciudades mencionadas.
En este lugar de encantadores detalles, la isla se caracteriza por que aún una serie de faroleros encienden y apagan las farolas de gas.
Eva Salaberria subraya la "gran actividad cultural" de Wroclaw y su "choque de culturas" con el que comulga el proyecto de Donostia: "Una Europa sin barreras. Queremos una aportación sincera a una Europa que está en crisis y se tiene que reinventar. Desde los valores de la democracia y la no violencia, buscando caminos de educación". Por su parte, la veterana guía silesiana enfatiza que "con la capitalidad de la cultura tendremos ocasión de mostrar al mundo nuestros compositores, pintores y otros artistas", enfatiza, subrayando el importante "sentido del humor" de sus autores. No en vano Wroclaw parió más de una docena de premios nobeles.