bilbao. El Museo de Bellas Artes de Bilbao acoge hasta el próximo 8 de enero la obra Siete palacios (2002) de Anselm Kiefer, el artista alemán en activo más reconocido internacionalmente. Se trata de un óleo de grandes dimensiones en el que el artista representa varios peldaños como símbolo de la ascensión del alma al cielo.

La obra, de casi 4 metros de alto por 2,80 de ancho, fue presentada ayer en Bilbao por el viceconsejero de Cultura, Antonio Rivera; el director del museo, Javier Viar, y la conservadora Ana Sánchez Lasa. Según explicaron, la pieza muestra uno de los principales recursos y motivos de inspiración de Kiefer: la religión. La mitología germánica, la alquimia, la filosofía, la Cábala, la Biblia o la historia reciente de su país son las fuentes temáticas en las que el artista se ha inspirado. De hecho, la obra que ahora se puede ver en Bilbao está inspirada en el misticismo judío y en el camino que el creyente recorre hasta llegar al día del Juicio Final.

Los peldaños utilizados por Kiefer son libros o manuscritos quemados que sobresalen de la propia obra, creando una sensación de volumen más allá del lienzo. En la parte superior de la obra se puede leer además la palabra Mercaba (la carroza), que en la religión judía se traduce como espiritualidad y que es la culminación del ascenso a través de los libros sagrados.

Los expertos creen también que recurrir a libros quemados puede significar que de la destrucción resurge la espiritualidad a modo del renacer del Ave Fénix.

El director del Museo de Bellas Artes, Javier Viar, recordó que el pintor seguramente tuvo también en el recuerdo la famosa quema de libros de la II Guerra Mundial, mientras que la conservadora del museo explicó que la historia de Alemania pesa en el trabajo de Kiefer, y por extensión, la persecución que sufrió el pueblo judío durante la Alemania nazi. El gran formato y la paleta reducida de colores sordos, presente también en el papel o el plomo incluidos en la tela, contribuyen a la solemne gravedad de la obra.

La obra, perteneciente al Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, llegó a Bilbao en un camión especial dentro de una gran caja. En otra caja aparte, se enviaban los libros quemados, de gran fragilidad. Por ello, el artista ha dado órdenes de que en caso de que se destruya alguno de los manuscritos, se queme de nuevo el libro y se deposite nuevamente sobre los peldaños.

oportunidad En opinión de Fernando Francés, director del Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, la obra invita al espectador a reflexionar sobre sus propias creencias, sobre el pasado, el presente y el futuro, reflejados en un enorme lienzo de cerca de cuatro metros de altura y tres de ancho.

"Eso es lo que Kiefer quiere mostrar en lo que hace y el diálogo que desea mantener con los espectadores. Para el artista es un camino de reconciliación y de afirmación de la identidad cultural y personal. Por ello la posibilidad de presentarla ahora en el Museo de Bellas Artes de Bilbao amplía esos valores de tolerancia y comunicación entre los pueblos, esa empatía permanente que reclama el trabajo nunca pesimista de Kiefer. Es una forma de entender la religión que se aleja de los cánones tradicionales para formar parte de lo más íntimo y personal de cada uno, de sus creencias y espiritualidad", ha explicado el responsable del Centro malagueño.

La pieza de Anselm Kiefer puede contemplarse en la capital vizcaina gracias al programa La Obra Invitada, patrocinada por la Fundación banco Santander. Desde que dio comienzo en el museo en 2001, acerca al público obras temporalmente cedidas por otras instituciones y que en el museo adquieren nuevo significado al ser presentadas como una exposición de una sola obra y en el contexto de la colección permanente. Este programa ha permitido acercar un total de 40 obras, entre ellas obras de Berruguete, Morales, Zurbarán, Van Dyck, Tintoretto, Artemisa Gentileschi, Canaletto, Fortuny, Monet, Sorolla, Picasso, Chillida, Hockney, Freud, Rubens, Arellano, Turner o Magritte.