Donostia. Los maravillosos dibujos que garabateó Toots Thielemans (Bruselas, 1922) con la armónica cromática llenaron ayer el Auditorio Kursaal de asombro y perplejidad. Lo llenaron de aplausos y admiración de un público que ratificó el merecimiento del músico belga para recibir el premio Donostiako Jazzaldia 2011. A sus 89 años, Thielemans se une así a la lista privilegiada de artistas que ostentan el preciado galardón, que ya recogieron nombres propios como Chick Corea, Bebo Valdés, Herbie Hanckok o Roy Haynes.
Una distinción que viene a reconocer la trayectoria de un "músico de nivel extraordinario", según afirmó el director del Jazzaldia, Miguel Martín, que añadió: "Ellos conquistaron el swing y permitieron que haya tanta creatividad en Europa". El armonicista recibió el premio de manos del alcalde de Donostia, Juan Karlos Izagirre, que con su presencia contribuyó a disipar las dudas sobre el apoyo de Bildu a los festivales de la ciudad. "Es un honor entregar este premio a uno de los grandes del jazz mundial", admitió Izagirre.
El primer edil no exageró al calificar así a Thielemans, ya que pocos artistas quedan con un currículum tan extenso y rico. "El jazz es mi vida. Enseguida me contaminé con el virus del jazz". Con esta frase comenzó la rueda de prensa el artista afrobelga, como él se autodenomina. Se contagió justamente al comprar un disco de Louis Amstrong, allá por el año 1941. "Había que reproducir los discos en esos fonógrafos antiguos y cada tres o cuatro canciones había que cambiarle la aguja", recordó entre risas.
Los comienzos
El guitarrista
En su niñez, un día que fue al cine y vio en la película a un preso tocar la armónica en el corredor de la muerte y le entró el gusanillo por el instrumento. "Me encantó, pero como me dijeron que era un juguete, empecé a estudiar la guitarra", confesó.
Enseguida empezó a interesarse por la corriente central de aquella época, de la que formaba parte el guitarrista norteamericano Al Casey. "En los años 50 conocí a Quincy Jones, que me advirtió de la importancia del blue note, la nota del blues, que proviene de África. Yo que soy belga, le entendí a la primera". Para Thielemans el jazz es un lenguaje afroamericano, con el que cada vez se expresa más gente: "Yo creo que hablo blues con acento belga". Recordó "con honor" que el legendario productor estadounidense le solía decir que era el blanco más mother fucker (hijo de puta) que había conocido jamás.
En la década de los 50 y 60 fue uno de los guitarristas más reconocidos de la escena jazzística de los Estados Unidos. Desde que en 1949 participó en París en una jam session con Sidney Bechet, Charlie Parker, Miles Davis y Max Roachen ha tocado con intérpretes de la talla de Ella Fitzgerald, Jaco Pastorius y John Coltrane. En el año 1952 entró en la banda Charlie Parker's All-Stars donde estuvo trabajando durante años.
Su influencia se notó también en The Beatles, ya que John Lennon (a veces junto con George Harrison), en su época de formación en Hamburgo, solía ir al club en que tocaba el músico belga. Lennon, asombrado con el sonido de la Rickembaker de Toots, se decidió por comprar una guitarra del mismo modelo. A sus 89 años, Thielemans tiene ya la guitarra aparcada: "La edad ya no me deja tocar", apuntó.
jazz innovador
Precursor de la armónica
Toots Thielemans fue pionero tocando la armónica en un conjunto de jazz. Al comienzo no fue bien visto y recibió abundantes críticas de compañeros como el violinista francés Stéphane Grappelli. "Me decían que era un instrumento ordinario, barato... y yo les respondía que por tocar un stradivarius de diez millones no se es buen músico".
El galardonado admira profundamente al también armonicista Larry Adler, ya que su trabajo fue "muy importante" en el campo de la música clásica. A su vez, elogió al compositor Steve Wonder, que con la armónica diatónica lo considera "un artista". El afrobelga reconoció que es uno de los precursores del instrumento: "Hay gente que todavía lo cree", dijo entre risas.
Él, que se mueve "entre la lágrima y la sonrisa"; con piezas como Bluesette y Ne me quites pas, con sus acordes de séptima menor, demostró en el Auditorio Kursaal como suena ese blues tan peculiar. Un blues con nombres y apellidos: Toots Thielemans.