Del pop masivo de Coldplay a la electrónica ruidista de Crystal Castles
El jueves 37.500 personas asistieron a Kobetamendi para disfrutar del festival
BILBAO. Confirmado. Unas 37.500 personas, según la organización, se dejaron caer por Kobetamendi para disfrutar de la jornada inaugural del VI Bilbao BBK Live Festival, cuyos números rozaron el récord establecido en su día por Metallica gracias a la presencia del grupo británico Coldplay, reyes de la velada. A los festivales de carácter abierto y sin encasillamientos estilísticos como el bilbaino les resulta más fácil congregar tal marea humana.
Coldplay, liderado por un activo, simpático y profesional Chris Martin, dejó para el final varias de sus canciones importantes, como Fix you y Clocks, además de su último y controvertido éxito, Every teardrop is a waterfall, al que el público se entregó con devoción, cantos y saltos. La banda británica y su cabecilla, Chris Martin, han evolucionado, han mezclado sonidos y estilos con el paso del tiempo, pero no han perdido su esencia. Los solos de piano no faltaron, convirtiéndose en algunos de los momentos más emocionantes del concierto. Coldplay contó con una puesta en escena muy cuidada. Fuegos artificiales marcaron o el principio y el final del concierto, rayos láser y destellos atravesarona el cielo a golpe de batería, globos y confeti a modo de mariposas volaron sobre las cabezas del público y juegos de imágenes en la pantalla principal del escenario fueron algunos de los detalles de este tremendo despliegue visual. Por su parte, el icono de la música pop de los setenta Blondie brilló con temas como The tide is high, Maria, Atomic mother o Hearts of glass.
El reloj marcaba la una de la madrugada de un día de trabajo y la marea humana optó por la huida. Bueno, no todos. Alrededor de 7.000 personas, en torno a una quinta parte de quienes siguieron el concierto de Colplay, optaron por trasladarse al otro escenario para presenciar el show de Crystal Castles. Ese tránsito no solo fue físico, sino de concepto. En apenas unos minutos, se pasó del pop masivo, amable y fácilmente coreable a la música electrónica experimental de este dúo canadiense. Ethan Kath es su cerebro musical. De él fue el centro del desnudo escenario, solo ocupado por una mesa de mezclas en la que disparar ritmos y samplers, al que se unió un batería ocasional. Y la voz y la presencia del dúo es Alice Glass, que en Bilbao se mostró inquieta y que recorrió el escenario -en penumbra casi siempre y con luces oscuras percutiendo al ritmo de los beats electrónicos- y se fundió, literalmente, con las primeras filas de fans en numerosas ocasiones. Crystal Castles mostraron, al igual que en el par de discos que han editado, sus dos caras: una ruidista, experimental y furiosa, donde Alice - con camiseta negra y cráneo de esqueleto como motivo- no canta, sino que grita y aúlla, como confirmó la escalofriante Fainting spells, que tumbó de espaldas a más de uno; y otra más plácida y (casi) pop que marcaron temas como Baptism y Celestica, con una melodía reconocible y apta para las discotecas más in.
La mayoría no aguantó hasta el final para comprobar si hacían su popular Not in love, con la voz de Robert Smith, de The Cure, al frente.