donostia

lA trabajadora textil María Cueto (Avilés, 1960), afincada desde hace dos décadas en Berastegi, presenta en la casa de cultura de Aiete un conjunto de tramas, tapices y cuelgues realizados desde 1992, que muestran el itinerario cronológico de su obra hacia la ligereza y la fragilidad.

Sus trabajos están realizados con elementos vegetales como cápsulas de semillas blanqueadas, cañizo, hojas de twisted, cañas de arroz, cáñamo pulido, cuerda de lino, hilo de algodón, tillandsia, pétalos de nigella, orientalis, ramas de ting o brotes de helecho. A través de estos componentes parece que María Cueto trabaja y teje más el aire que la propia materia. Ella misma indica, que recorre el camino andado para despojarlo de lo accesorio y dotarlo de hondura, para profundizar del plano hacia el espacio, para llegar a la armonía de sentimiento e ideas.

Se abre la exposición con una vitrina que contiene un libro de la artista, embrión de ideas, semillero de técnicas, apuntes de vida y bocetos de obras posteriores. Obras exquisitas en pequeño formato. Geometría, orden y trenzado, que nos aproximan a los tapices de concepto plano, que son los primeros con los que comienza la muestra. Ventanas tejidas con cuerdas de cáñamo para los marcos y con gasas o fibras vegetales en los vanos, tensión entre tejidos, texturas, planos, y sobriedad de color, colores naturales, orden y alternancia en el plano vertical sabiamente concebido y plasmado. En Memoria vegetal (94), Veneciana (94) o Entre la nieve (96) agrupa los tejidos con fibra como soporte, en el que anudadas, cosidas, tejidas, atravesadas, van las ramas, hojas. El tapiz plano comienza a cobrar espacio, volumen, el aire corre entre las partes, los tejidos, los vacíos. Lo vacío comienza a ser tan importante como lo lleno, también bastante liviano. En Juncos del recuerdo (2002), los entramados se van haciendo más abiertos y ligeros, hechos con juncos y cañas. Las proyecciones y sombras que ocupan el espacio se integran y forman parte de la obra. Ideotramas (2001-3) dibuja ideas en el espacio de carácter poético, musical, filosófico. Lo oriental, y más en concreto lo chino, y lo japonés, parece estar presente en su obra. Encuentros (2005) ilustra un cuento tradicional chino, en el que se produce la ascensión y redención de un viejo jardinero. Los elementos vegetales ascienden elicoidalmente hacia arriba.

Pero es sobre todo en sus Moradas del aire (2007-10), donde la artista logra sus obras más exquisitas, livianas y etéreas. Todo es fragilidad, liviandad y sutileza. Los vegetales vuelan en el aire, adoptan formas y volúmenes puros, cuadrados, círculos, para trazar con ellos sutiles composiciones musicales. En ellos se pasa del plano al espacio, de lo plano a lo tridimensional, de lo simple a lo complejo. Cueto se halla en ellos en un momento excelente de su creación, convirtiéndose en una de las trabajadoras textiles más sabias y complejas de la península ibérica. Una exposición excelente y extraordinaria.