El Apocalipsis de Andrés Calamaro
El argentino versiona su mítico 'El salmón', con algunas canciones inéditas, y vuelve a la carretera
BilbaO
Una ruptura emocional dejó para el arrastre a Andrés Calamaro hace once años. Fruto de ella y de las resacas varias y del proceso febril compositivo del artista argentino, tan hiperactivo como el Prince de los 80, fue El salmón, un quíntuple disco con 103 canciones -propias y muchas versiones- que se ha convertido en uno de los trabajos musicales más anarquistas y a contracorriente que ha dado el rock en castellano. Un álbum mítico y, al mismo tiempo y como no podía ser de otra forma, irregular que incluía clásicos como el propio El salmón y canciones-declaraciones de principios como la stonianaMe cago en todo, La verdadera libertad o Jugando al límite. Para conmemorar la década de su lanzamiento, Warner edita Salmonalipsis now, un doble que incluye en torno a la mitad de las canciones de El salmón más varios inéditos. Al mismo tiempo, Andrés vuelve a salir de gira estos días por el estado español.
Al límite y rozando la libertad absoluta. Con Calamaro encerrado, viviendo por y para la música, que se convirtió en su sillón de psicoanálisis personal. Así nació El salmón, un quíntuple disco que es fruto de las sesiones maratonianas del argentino en los estudios de grabación caseros Deep Camboya, que tenía en el barrio bonarense de Palermo. Allí, rodeado de unos pocos colegas, aquejado de mal de amores y en un estado febril y narcotizado, similar al del capitán Willard (Martin Sen) y el coronel Kurtz (Marlon Brando) en la célebre Apocalypis now de Coppola, surgieron las alrededor de 400 canciones que acabaron dando forma a El salmón.
sin éxito comercial Poco más de una década después, una selección de esas canciones se agrupan en Salmonalipsis now, el lanzamiento actual de Calamaro, un doble CD que incluye 54 de aquellos temas, que no obtuvieron ningún éxito comercial en su momento y se convirtieron en pasto de las zonas de saldo de las tiendas de discos. Quienes no se atrevieran en su día a escarbar en las procelosas aguas del original, ahora lo tienen más fácil con esta selección de canciones en las que Calamaro expresa el momento que vivía en aquellos tiempos, marcado por la glotonería estilística, la dependencia amorosa, la anarquía vital y la libertad absoluta.
El rythm&blues de herencia stoniana que daba título del álbum y que ahora abre Salmonalipsis now, resume esa filosofía casi kamikaze. "Siempre seguí la misma dirección, la difícil, la que usa el salmón". Junto a ella, se acumulan múltiples ejemplos de su glotonería musical, que van del rockista Crucifícame a la torera Días distintos, en la que habla de "la revolución de los corazones" y asegura haber dejado su instinto asesino en un cajón porque prefiere "el vicio, la música y el amor". El recopilatorio actual ofrece también la sensual y negroide Chicas -con un verso autobiográfico que dice "la verdad es que sigo colgado de la última que me colgó la última vez"-; curiosidades entre jungle y el jazz como All you need is pop, con voz a lo Bowie; el funk de Out put in put -"mejor hijo de puta conocido que boludo por conocer"-; el blues de El viejo; un medio tiempo precioso como Ok perdón, fue sin querer; fraseos hip hop como Mi funeral 11; el reggae Tuyo siempre; o el sabor tradicional de mariachi de Río manso.
Más de la mitad de El salmón se queda fuera. Especialmente un montón de versiones de Beatles, J.J. Cale, Bob Marley, Atahualpa Yupanqui, Spinetta, Discépolo, Rolling Stones… Calamaro opta por la inclusión de 5 inéditos, temas como Música lenta; Superlógico; Ringo y Alberto; y los más interesantes Mi nariz -"se queja como cualquiera…/hay que saber dónde meterla y saber qué dejar afuera…"- y, especialmente, Feliz cumpleaños, que cierra el doble álbum y es un claro homenaje a Bob Dylan, tanto en el timbre vocal de Calamaro como en la estructura de la canción, que incluye una bonita armónica.