madrid. Delincuentes menores hubo y habrá en todos los momentos de la historia, pero pocos le robarán a uno con más gracia que Makinavaja, un personaje que celebra su 25 aniversario desde que lo creara el fallecido Ramón Tosas, conocido artísticamente como Ivá.
"Era de Manresa, pero cuando vino a Barcelona se hospedó en una pensión de Las Ramblas, que era el sitio más choricero de la ciudad. Vivió muy de cerca todo el ambiente de la delincuencia de bajo nivel, de carteristas y este tipo de personajes", explica José Luis Martín, editor de la revista El Jueves.
Estos sainetes ocurrieron en la década de los setenta, mucho antes de que Ivá se mudase a Venezuela durante cuatro años. "Regresó en 1986 y nos hizo dos propuestas geniales: Historias de la puta mili, con el sargento Arensivia, y Makinavaja", recuerda Martín.
"La primera estaba basada en sus anécdotas sobre el servicio militar, y la otra en su experiencia de chico de provincias que llega a la capital y se aloja en medio del Barrio chino, observando toda esa fauna que luego plasmó en las historietas", añade. Ambas eran ejemplos de costumbrismo, un fresco de la España más hortera y casposa. "Ivá era tan bueno que podría haber hecho Paco, el carpintero y también habría funcionado. Ha sido el mejor historietista de este país, un tipo capaz de inventar historias originales y explicarlas de forma genial", halaga.
El lenguaje fue otra gran arma del ilustrador, responsable de expresiones como cagontó o po fueno, po fale, po malegro. "Hay muy pocos humoristas que hayan creado lenguaje: Forges, Óscar e Ivá, que realmente hablaba así, utilizando esas palabras que luego incorporaba a sus personajes", asegura el editor. Popeye, Mustafá, El Pirata... Los personajes del humorista no carecían de complejidad, como en el caso de Makinavaja, un ladrón de poca monta con ínfulas de filósofo.