El éxito del discurso del doblador
Nueve veces han ganado el Oscar los actores que ha doblado el profesional Jordi Brau
Bilbao
Los ya famosos informes PISA ponen su foco de atención en la compresión lectora y el conocimiento de las matemáticas y las ciencias de los escolares, y aparca la potencialidad del inglés, esa lengua que el trilingüismo pretende regular. La dictadura del doblaje ha convertido el aprendizaje de las lenguas extranjeras en una gran losa que pocos se atreven a cuestionar públicamente. Para muchos dobladores vascos es una cuestión sensible y no les hace gracia que se quiera debatir sobre el modelo lingüístico de ETB. Mientras tanto, el nivel del inglés y demás lenguas sigue como siempre: con un nivel alto... en el curriculum vitae. Ajeno a este debate, Jordi Brau, profesional de reconocido prestigio, cree que se trata de una tradición consolidada que el público agradece.
Ha sido la voz de Nicolas Cage, Tom Cruise, Robin Williams, Tom Hanks... Su último trabajo, el monarca tartamudo de El discurso del rey, ha sido uno de los más aplaudidos. Con el Oscar a Colin Firth, lleva la friolera de nueve estatuillas (ocho al mejor actor y uno al mejor actor secundario, por el papel de Robin Williams, en El indomable Will Hunting). Jordi Brau es uno de los profesionales con mejor balance en los grandes premios y aspira a seguir entusiasmándose con este trabajo que le apasiona. Un oficio a la sombra de la industria. "Somos conscientes de que pasamos desapercibidos. Es una vertiente más de la interpretación. Nuestro máximo logro es que el público se olvide de que está doblado", reconoce.
Según muchos expertos en la materia, la tradición de la escuela española de doblaje, una de las más competentes en el mundo junto a la italiana, ha perdido parte del rigor de antaño, pero se sigue trabajando con soltura y con los medios necesarios. "Goza de buen prestigio y es de lo mejorcito que hay, sobre todo cuando disponemos del tiempo suficiente", argumenta.
Lleva 30 años en el mundo del doblaje, el último escalafón en la cadena de las películas, después de la traducción y la adaptación. Los estudios suelen mimar aquellas producciones que, como El discurso del rey, huelan a los grandes premios internacionales. "Las películas de calidad que pueden optar a los Oscar tienen otro recorrido y solemos tener más tiempo. Se nota en el resultado", analiza.
Recuerda la primera vez que escuchó y vio el gran papel de Colin Firth en El discurso del rey, una colosal creación que han podido disfrutar los seguidores de las versiones originales. Fue una de las misiones más difíciles para Jordi Brau. "Se aparta de lo habitual y fue mucho más complicado. Había que estar muy atento por su cambio de ritmo porque la cadencia de la tartamudez era imprevisible", comenta Brau.
Por sus labios han pasado Tom Hanks (Náufrago), Daniel Day Lewis (En el nombre del padre), o Kenneth Branagh (Frankenstein). "En Náufrago, Tom Hanks hablaba muy poco y le doblé en una semana, pero con Forrest Gump o Hamlet tardé tres o cuatro semanas". A Colin Firth le ha dedicado más tiempo de lo previsto y todo el mundo recuerda la voz de Jordi Brau: vacilante, hueca, miedosa y autoconvicente. Ha tenido la suerte de interpretar papeles bonitos y doblar voces que han pasado a la historia del cine. Un trabajo en la sombra que le ha deparado el reconocimiento de la profesión. Tiene en cartelera En tiempo de brujas, con Nicolas Cage, y ha doblado la próxima película del mismo actor. Ahora mismo no tiene en mano ningún otro papel. Y no es algo que le obsesione.
Al pasar el día delante de una gran pantalla, prefiere desconectar del mundo del cine. Una disciplina que le requiere la máxima sincronía entre su voz y el movimiento labial de su opositor. No le encontrarán en la oscuridad de una sala de cine en sus momentos de ocio. "Después de una dura jornada de doblaje lo que menos me apetece es ir a por una película. Prefiero ver tranquilamente un partido de fútbol", argumenta. Placeres plebeyos de un doblador que ha tocado el cielo con El discurso del rey.