Pearl Jam, el poder de las canciones
Los estadounidenses alegraron a más de 31.000 fans en la segunda noche del Bilbao BBK Live w El veterano Paul Weller firmó un recital único, con emoción y oficio, a base de temas de toda su carrera
Bilbao. Ni maquillaje extremo, ni fuegos artificiales. Únicamente canciones. No le hizo falta más a Pearl Jam para embrujar a más de 31.000 fans, una auténtica marea humana, en la segunda jornada del Bilbao BBK Live. Los estadounidenses repasaron canciones de toda su carrera, de la mítica Alive a la reciente Just breathe ante una audiencia embelesada. De la caña grunge al lirismo arrebatado. Parecido a lo del británico Paul Weller, un histórico que ofreció un recital para enmarcar.
31.432 personas subieron el viernes a Kobetamendi para ver a Pearl Jam. Ninguno salió defraudado al enfilar la salida, bien entrada la madrugada y tras una larga hora y media de concierto. Dos décadas de canciones y millones de copias vendidas han convertido a los estadounidenses en unos clásicos populares. En una banda de estadio, sí, pero que sigue apostando por el poder de las canciones. Por su capacidad para emocionar per se, sin aditivos externos. Y en Bilbao el grupo lo hizo con versatilidad, mostrando los matices de un repertorio que surgió grandilocuente en sus inicios grunge y se ha ido depurando, perdiendo ampulosidad y yendo a la esencia, hasta convertirse en ejemplo de clasicismo rockero.
El quinteto saltó a escena marcando territorio, con la dureza y la fiereza punkarra de Do the evolution, que relevó Corduroy con su estribillo más accesible. Los dos guitarras marcaron la aspereza del antiguo Hail Hail, con el barbado Eddie Vedder al micro ejerciendo de líder indiscutible. Nunca marcará tendencias vistiendo, pero su voz es capaz de llenar un escenario, como demostró con el viaje al debut de Ten con la canción Why go. "Estamos felices de estar hoy con vosotros en Euskadi. He escrito muchas de estas canciones bebiendo vuestro vino", dijo a la audiencia blandiendo una botella que no abandonó en todo el recital.
El buen riff de The fixer marcó la cita de Pearl Jam con su último y destacable disco, del que sonaron cuatro canciones, entre ellas Got Some, un rock accesible de magnífico estribillo. Dissident y Elderly woman behind the counter..., esta última introducida con una acústica, hicieron que la banda se tomara un respiro hasta la llegada de Even flow, con el público, arrebatado desde el inicio, ya como una moto, puños en dirección al escenario mientras Mike McCready buscaba a los fans de las primeras filas.
Vedder, excesivamente populista en sus loas y constantes discursos, lideró un tramo central de concierto donde destacó la versión de Arms aloft, firmada por Joe Strummer con sus Mescaleros, la punkarra Comatose y un Porch con el que abandonaron el escenario. El bis doble, en el que un fan llamado Daniel subió al escenario y colaboró en Daughter, únicamente incrementó la pasión de Vedder sobre el micro y el éxtasis del público, que vibró con la emotiva Black, cuyo crescendo fue de órdago, la oxigenante y folkie Just breathe y la traca final de Alive, con las gargantas de los fans respondiendo al estribillo. Es cierto, siguen muy vivos.
Sabia experiencia Antes, Paul Weller ejerció de chamán del paso de la tarde a la noche y demostró que, superados los 50, vive una segunda juventud artística. Le dieron el escenario pequeño pero le dio igual porque salió embistiendo, cual toro de raza, sabedor de que es ya uno de los grandes. From the floorboards up lideró una entrada a escena eléctrica y adrenalítica, que alternó temas recientes como Wake up the nation y leyendas como That´s entertainment.
Del negocio del entretenimiento sabe mucho el elegante Weller, que derrochó su imagen maqueada de siempre, una voz en magnífico estado y un dominio incuestionable del escenario y del tempo del concierto. Por ello, tras un inicio enérgico y muy bien secundado por el guitarrista Steve Craddock (Ocean Colour Scene), Weller se sentó a los teclados para embarcarse en un tramo más experimental y psicodélico precedido por el clásico de Style Council Shout to the top, y en el que resaltaron Fast car/slow traffic; el baladón You do something to me; y el soul de Broken stones y Wold wood.
En la recta final, de nuevo a la guitarra, volvió a rescatar a The Jam y hacernos bailar con Start, electrizó el ambiente con Come on/let´s go y abandonó con The changing man tras una hora y diez minutos de clase magistral. Sin bises, que tampoco despidió la mayoría del despistado respetable. Fue el único pero bueno, y que no tocara A town called Malice, entre otros clásicos- de una cita para el recuerdo de un festival en el que Alice in Chains no respondió a las expectativas y sonó como narcotizados, desde el inicial Rain when I die hasta el final.
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