Bilbao

bRILLANTE en los párpados, vestido negro, botas de tacón y un abrigo de seda que Rossy de Palma abre y cierra con la mirada perdida. Sobre el taburete, frente al clavecín, el actor David Fernández toca desnudo las Variaciones Goldberg, de Johann Sebastian Bach. La obra no se entiende si no se hace referencia a la erótica del poder, esa que se establece tan a menudo cuando lo que está en juego es el arte.

"Se cuenta que Bach compuso las conocidas Variaciones Goldberg para animar las interminables noches de insomnio del conde Keyserlingk, y que Goldberg se las interpretaba al clave durante cuando caía el sol", explica David Fernández. Sabe que probablemente la historia no sea cierta, pero el origen de esta obra que interpretarán en la Sala BBK de Gran Vía mañana a las 20.00 horas, tiene mucho más que ver con la intuición que con la veracidad, con el amor por la música que con el relato exacto de lo que fue.

Imaginación y desvaríos. "Dejar que elementos accidentales entre en acción, que las cosas sucedan. Es una de las mejores cosas que se pueden hacer en el teatro, conseguir ese momento de honestidad para el actor y el espectador", afirma Rossy de Palma. David Fernández, que ideó la obra y ha tomado las riendas de la dirección, lo explica así: "Lo primero es jugar. Hoy día jugar es revolucionario porque uno puede jugar cuando le dejan, a las horas que le dejan y en la consola. Pero jugar en la vida diaria, en la vida real, es muy necesario".

Las Variaciones Goldberg han sido la guía, los cimientos de la obra. Las desvariaciones a las que hace referencia el título son el deseo de los actores de no poner límites al juego escénico. Tampoco a las miradas, esas miradas que se dirigen irremediablemente al maravilloso físico de la artista. "Siempre me han mirado mucho, por lo que sea, y siempre me ha dado cierto corte. Sin embargo, si eres bombilla encendida en el escenario no hay ningún problema, porque es donde mejor pueden mirarte. Estás ahí para que te miren".

En desVariaciones Goldberg ella es el Conde Keyserlingk, con apariencia de mujer pero sin sexo definido. Poderosa. Él, un esclavo sexual. "La obra es más sensual que erótica. Podría parecer erótica por el hecho de que David va desnudo la mayor parte del tiempo pero no se trata de una desnudez provocativa, es una desnudez que denota que está desvalido ante el poder", explica Rossy.

unidos

Sin ningún miedo a meter la pata

Él ha preparado la interpretación del personaje a través de un trabajo principalmente físico. "He estudiado en la escuela de método pero como también he sido bailarín mi aproximación es física. Trabajo desde mí, desde David, desde lo que me pasa y siento, y luego escojo personajes e historias que tienen que ver con lo que quiero contar y soy", explica. "He trabajado desde la idea de un personaje machacado pero eso también ha sido una fuerza. Como si se tratara de un muelle. Cuanto más lo aplastas, más sube al soltarlo".

Cuando muere el conde Keyserlingk, deja a Goldberg, su clavecinista y esclavo sexual, huérfano de patrono y del único oyente que tenía. "Las relaciones entre arte y poder siempre han sido escabrosas", dice el director de la obra.

Nada que ver con su relación en la vida real. "Rossy es un ser maravilloso. Cuando la ves, te das cuenta de que ella no interpreta a un personaje, de que ella es así", asegura David Fernández. Dicen que en ningún momento han tomado la decisión de jugar, porque esa es una actitud que se tiene, o no, ante la vida. "Rechacé la forma de vida que me proponía mi entorno y he hecho lo que he querido aunque en ocasiones pareciera inverosímil. Rossy y yo compartimos esas ganas de jugar y de no tener miedo a meter la pata. Esta obra es igual, es como nosotros".

Rossy de Palma se ha encargado de crear algunas de las esculturas y piezas que pueblan el escenario. "Es una suerte haber tenido la libertad de idearlas para el teatro". Y de encontrar espacio y tiempo para dedicarse a él, en un momento en que la actriz fragmenta las horas del día en mil quehaceres distintos. La escritura de un libro sobre la sexualidad femenina, los hijos, la música...

Bach ha conseguido fascinarle, pero el auténtico loco por sus obras es David. "Fue un encuentro, como suela pasar con las cosas en la vida. Escuché las variaciones y fue como entrar en una especie de vicio", describe. "La música de Bach es el lugar donde descanso, es el lugar desde el que ataco, desde el que soy fuerte, es el lugar del amor y del recogimiento. Su música es un abrazo y es a la vez un arco que me lanza como una flecha hacia el mundo. No soy músico, no he ido a un conservatorio, pero todos los días necesito escuchar Bach y tocarlo".

DesVariaciones de Goldberg tiene también mucho humor. "De pronto me pongo a caminar como camina Rossy de Palma", explica la actriz. "El teatro se termina convirtiendo en tu hogar, el sitio donde te encuentras más a gusto del mundo".