"No concibo la vida sin Mozart"
La soprano navarra María Bayo protagoniza "Las bodas de Figaro" en el Euskalduna dentro de la temporada de la ABAO w Hoy se representa la última función de esta ópera de Mozart
Bilbao
dICE categóricamente que sin Mozart "no puede concebir la vida". Y se le nota. Cuando la soprano navarra María Bayo habla del compositor, se le ilumina la mirada. Incluso le ha puesto a su hija Ilia, el nombre de uno de los personajes de su ópera Idomeneo. "Estaba embarazada de varios meses cuando volví a cantarlo. Fue entonces cuando pensé en llamar así a mi hija. Fue una muestra de amor y admiración hacia Mozart".
María Bayo (Fitero, 1958) transmite calidez. La carismática cantante, una de las habituales de los grandes escenarios operísticos internacionales, no tiene nada de diva. Acude a la entrevista al día siguiente de una de las funciones de Las bodas de Figaro, de Mozart, que se está representando en el Euskalduna. La soprano interpreta a la Condesa, en esta coproducción de la propia ABAO con el Teatro Real y el Teatro Pérez Galdós.
La cantante confiesa que ha dormido muy mal por la noche. "Llevo más de 20 años cantando y me pasa siempre después de una representación. Llevas unos horarios que no son los habituales. Cuando estás ensayando trabajas por la mañana y por tarde, pero a las diez ya has terminado. El día de la función terminas a las doce; hasta que se baja la adrenalina son las dos de la madrugada. Esta noche, por ejemplo, he dormido cuatro o cinco horas. Los cantantes de ópera necesitamos una disciplina, una gran rutina, no salirnos de los horarios habituales, pero en las representaciones ocurre todo lo contrario". María Bayo ha aprendido que en el mundo de la música: "si no eres disciplinada y no estás en forma, no llegas a ninguna parte. "Los días antes de la función no salgo. Hay que tomar fuerzas, como un atleta. En realidad, somos un poco como los atletas".
Sagi Hoy se volverá a levantar el telón del auditorio del Euskalduna para acoger la última función de Las bodas de Figaro, que está dirigida escénicamente por Emilio Sagi. El responsable artístico del Arriaga ha conseguido este año convencer a María Bayo para que protagonice, además del papel de la condesa en Las bodas de Figaro, la ópera bufa surrealista Les mamelles de Tirésias, del compositor y pianista francés Francisc Poulenc, y para que participe en junio en la celebración del centenario de Mirentxu, del compositor vasco Jesús Guridi. "Hace muchos años que nos conocemos y siempre que hemos hecho una producción juntos ha salido fenomenal - explica María Bayo-. En mis comienzos, en Oviedo, hice con él Don Pasquale y luego tuve la suerte de hacer también con él en Buenos Aires Doña Francisquita, la primera zarzuela que representé en el teatro. Allí tuve la oportunidad de conocerle más a fondo; llevamos muchos años conociéndonos y queriéndonos".
Su última colaboración que ha programado la ABAO para esta temporada en el Palacio Euskalduna (Las bodas de Figaro) ha sido también otro gran éxito. "Mozart me apasiona; cada vez que retomo sus obras siempre descubro algo nuevo. Nunca me defrauda. Si alguien me pregunta qué me llevaría a una isla desierta, sin duda, diría que una obra de Mozart. ¿Cuál? Seguramente Las bodas de Figaro, una obra completa a nivel actoral y musical. Están tan bien unidas estas dos partes que son muy importantes en la ópera, que para mí es la ópera con mayúsculas. Esta noche, cuando me he despertado, he estado intentando recordar cuántas veces la he representado. Creo que he hecho 70 ó 80 representaciones. He interpretado los tres personajes, primero Susana, que fue el que me dio a conocer por medio mundo. Después fue Cherubino, cuando me lo pidió Gérard Mortier, que supuso mi debut en Salzburgo, y hace dos años debuté con La condesa. Nunca me cansa, siempre me aporta algo diferente".
María Bayo cree que Mozart conocía muy bien la psicología de las mujeres. "Parece increíble que en sus obras dé vida a nuestros sentimientos más profundos. Sus obras son muy cercanas, apuntan a muchos sentimientos de nuestra vida cotidiana".
"retos" Con él triunfó en la liga internacional y representa una parte fundamental de las más de 40 obras que ha hecho en varios teatros del mundo. Pero hay otros títulos y otros compositores que también le han dado gloria, desde los belcantistas y Rossini, de quien hace de forma magistral El barbero de Sevilla, a Haendel, con su Julio César, Massenet, con Manon, o Cavalli con La Calisto, que también la ha llevado a lo alto.
Trabaja a conciencia, no acepta hacer más de cuatro o cinco óperas al año. Y, a pesar de la crisis, que también se ha colado entre las bambalinas de los mejores teatros del mundo, su agenda sigue repleta de proyectos. "Vamos a representar Les mamelles de Tirésias en el Liceo de Barcelona, tengo muchos conciertos y recitales, entre ellos uno en Moscú, el año que viene vuelvo a hacer Micaela de Carmen en el Liceo... Y, por supuesto, Mirentxu, de Guridi, en junio. Musicalmente es muy interesante, una obra muy poco conocida, de la que no hay grabaciones. En el Arriaga se va a hacer una grabación tanto en vídeo como en audio. Para mí la dificultad ha sido aprenderla en euskera. Yo no hablo euskera. Lógicamente tengo un acercamiento y he hecho muchas obras en euskera, pero no deja de ser una dificultad cuando tienes que aprender un idioma que no dominas. He pasado mucho tiempo estudiándola y memorizándola".
De momento, la soprano navarra reconoce que no tiene entre sus proyectos ninguna grabación discográfica. "Con la crisis, las grabaciones están fatal. En estos momentos no se venden discos", explica.
¿Y cómo compagina la vida privada con la laboral? "Mi vida ha cambiado mucho desde que tuve a mi hija hace seis años. Antes mi vida era sólo para mí, ahora está ella y la verdad es que este tipo de vida es muy egoísta, porque te tienes que dedicar mucho a lo que haces, pero tienes que intentar compensarlo".
Reconoce que desde que fue madre ha cambiado mucho su forma de trabajar. "Gracias a Dios tengo una persona que está siempre allí y así puedo seguir trabajando de una forma intensa, pero intento pasar todo el tiempo que puedo con mi hija".
En plena madurez artística, en un momento en el que su voz es cada vez más lírica, María Bayo, Premio Nacional de Música 2009, confiesa que sigue sintiendo cosquilleos permanentes en el ombligo cada vez que se sube a un escenario. "Si no mantienes esa ilusión básica, mejor te retiras".