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Gabino Diego no encuentra el hilo conductor de su obra. Lo busca entre la sonrisa del público, bajo las butacas, en los recuerdos que traen tantos y tantos personajes... ¿Dónde está? Ningún otro actor puede ayudarle: está solo en escena.

Así comienza el espectáculo Una noche con Gabino, con el que el espectador se acerca a la trayectoria de Gabino Diego y a la esencia de todos los personajes que ha interpretado. Quienes acudan a verle hoy al Teatro Barakaldo, pasarán una velada esquizofrénica. "Interpreto a medio centenar de personajes distintos". Destacan los políticos por ser mayoría: Barack Obama, el rey Juan Carlos, Aznar o Fidel Castro, aunque también interpreta a otros con mucho menos glamour pero igualmente conocidos, como el yonqui del barrio de Gabino, la persona en la que se inspiró para preparar su papel de Cuco en Torrente, dirigida por Santiago Segura. Por si algunos intentan buscar en esta obra al verdadero Gabino Diego, él advierte de la mezcla entre ficción y realidad.

"inexpresivo e imberbe" "Un día, Fernando Fernán Gómez me comentó que sería muy bonito recitar las críticas que recibimos los actores en el teatro, así que en esta obra le hago un homenaje". Podrán escucharse, entre otros, aquel mítico párrafo procedente de una crítica que Gabino Diego ha tenido que aprenderse de memoria: "Algunos, aunque se esforzasen, jamás remontarían el garrafal error de casting como el repelente niño Luisito al que presta su imberbe e inexpresiva figura Gabino Diego".

Él ya no le da importancia. "Un día alguien te pone a parir, diez años después te dicen que eres genial y, a lo mejor, cinco años más tarde recibes el Oscar. Todo es relativo. Hay que saber reírse de todo porque lo importante en la vida es el trabajo y hacer las cosas con cariño. Nadie tiene el poder de decir esto es bueno o esto es malo, esto se premia o esto no se premia", argumenta el carismático actor.

Él se ha ganado la confianza del público. "Tengo la sensación de que cuando salgo en escena no les desagrado, que mi presencia no les produzco rechazo ni me quieren tirar tomates", comenta con cierto humor. "Lo que creo es que desde pequeño, cuando me sacaba el profesor a decir la lección y me tiraba de las orejas, a la gente le hacía gracia. Eso es una ventaja por un lado y una desgracia por otro. Por un lado, es algo bueno porque me puedo ganar la vida con hacer reír a la gente, haciendo reír a los demás con mi desgracia. En la función hay muchas cosas que me han sucedido, que me han hecho daño y que hacen reír a los demás".

La obra no tiene mucho que ver con los monólogos que hacía en el programa televisivo El club de la comedia. "Mi espectáculo es teatral. Es como una obra de teatro con un solo actor. Si hago monólogos la gente a veces dice que estoy haciendo el mono y eso no me hace gracia. No me gusta la palabra monólogo. Esto sería un solo. Un actor que interpreta muchos personajes".

No hay caracterizaciones. Sólo cuenta con su voz y sus gestos. La participación del público ha ido aumentando con el tiempo, pero él, en cada función, sigue erre que erre buscando el imprescindible hilo conductor. ¿Al final lo encuentra? Gabino prefiere mantener la incógnita. "Habrá que ir a verla".