Viaje al interior más oculto de Bilbao

Bilbao

cuando Enrique Portocarrero tocó a la puerta de algunas de las casas y palacetes más emblemáticos de la capital vizcaina y de Getxo, se le abrieron de par en par. El editor y director del Círculo de Empresarios Vascos tenía un claro objetivo: realizar un recorrido por la evolución de los gustos artísticos y los estilos decorativos, tanto en casas privadas como en espacios públicos. Y lo consiguió. En Bilbao Interiores se pueden conocer las entrañas, muebles y colecciones de arte de muchos personajes de la Villa, que en la mayoría de las ocasiones han preferido permanecer en el anonimato, celosos de su intimidad, pero que no han dudado en dejar fotografiar sus rincones más recónditos.

"El libro enseña un Bilbao que no se ve, un Bilbao discreto y oculto entre paredes, que es propiedad en unos casos pública y en otros casos privada, pero que siempre refleja una maravillosa sofisticación, una elegancia que no tiene que ver muchas veces con el poder adquisitivo", explica Enrique Portocarrero. Para Portocarrero, "Bilbao es una fuente de inspiración permanente, hay siempre un fondo de sofisticación y de elegancia que no se ve. A pesar de que hay un tópico de que los bilbainos somos muy cerrados, no es así, pero sí es verdad que somos muy discretos. Así que cuando todos a los que propuse retratar su casa aceptaron, me sorprendió enormemente", explica Portocarrero, que ha trabajado con Carmen Gomeza, que se ha encargado de la dirección artística.

La publicación nos adentra a lo largo de 150 páginas en una treintena de casas privadas y un total de seis espacios públicos. El libro, que es un proyecto de Cala Olivera Producciones, incluye 135 fotos realizadas por Txetxu Berruezo y Joseba Bengoetxea, que permiten ver esa evolución, desde la influencia inglesa surgida con el auge del comercio y la industria vasca a comienzos del siglo XIX, hasta la contemporaneidad tecnológica de unas arquitecturas de vanguardia que, en la actualidad, tienen una gran influencia sobre los espacios interiores de la ciudad y sus alrededores.

Entre los espacios públicos retratados se encuentran la Sociedad Bilbaína, la Filarmónica de Bilbao, la Diputación de Bizkaia, el Real Club Marítimo del Abra, el palacio San Joseren y la sede del Athletic Club, la biblioteca de Bidebarrieta, el palacio Ibaigane, que se asoman desde una perspectiva nueva. "A veces, la cotidianeidad no te permite mirar las joyas que tenemos alrededor, pero si te detienes un instante fugaz, te quedas sorprendiendo al ver, por ejemplo, la maravilla que es la escalera de la Diputación de Bizkaia, las vidrieras del Palacio de Ibaigane o la Biblioteca de Bidebarrieta. Nosotros hemos querido enseñar los lugares recónditos pero también esos espacios que vemos habitualmente y no valoramos".

un antes y un después

Guggenheim

Para Portocarrero hay un antes y un después de la apertura del Guggenheim. En el libro se pone de manifiesto como los aires de vanguardia introducidos en la ciudad desde la apertura del museo en 1977 han conseguido que en el interiorismo la tradición se mezcla con las tendencias más vanguardistas, como se demuestra en muchas casas que aparecen retratadas en el libro.

Un elemento importante en la decoración de las casas vizcainas ha sido desde siempre el arte. Pero el apetito por el coleccionismo se ha incrementado también coincidiendo con la apertura del Guggenheim Bilbao y de las nuevas galerías de arte contemporáneo en la ciudad. Así aparecen en el libro algunos interiores que aglutinan en sus cuatro paredes verdaderas colecciones artísticas. En un dormitorio se aprecian, por ejemplo, obras de la artista americana Barbara Kruger , una fotografía firmada por la bilbaina Ana Laura Alaez. Otra obra de la artista Hannah Collins domina la cabecera de la cama. En un salón se pueden ver distintas piezas de artistas contemporáneos, entre ellas, una escultura de Dora Salazar, obras de Markus Lüpertz, un autorretrato de John Davis, una escultura de Juan José Aquerreta, una pintura de Luis Fernández y piezas de Rafael Ruiz Balerdi y Chillida en torno a la chimenea. Y en otra habitación, una escultura de Vicente Larrea y del artista del posmodernismo español, Guillermo Pérez Villalta.

En otro hall de una de las casas particulares se expone una obra del artista aragonés José Manuel Broto, uno de los máximos representantes españoles de la recuperación de la pintura de finales de los setenta. Sobre la mesa victoriana, una pieza del andaluz Federico Guzmán. Y colgados en la pared, óleos de Alfredo García Revuelta y Lazkano.

El libro también nos aproxima al Palacio Ibaigane, actual sede del Athletic, cuyo patio interior está coronado por una enorme vidriera, diseñada por Anselmo Guinea, en 1899, bajo encargo de Ramón de la Sota.

el bilbao

Cosmopolita y urbano

En algunas de las habitaciones parece no haber pasado el tiempo. Una de ellas es la del despacho del arquitecto Manuel María Smith Ibarra, que falleció en 1956, y está considerado el máximo representante del estilo inglés en Bizkaia. Su nieto, José María Smith, que ejerce la misma profesión, ha decidido conservarlo tal y como está. En su estudio, se pueden ver los paneles pintados por el propio Smith y el retrato firmado por Higinio de Basterra, en el que aparece su abuelo dibujando los planos de la que sería considerada su obra cumbre, el Palacio de Artaza.

En este Bilbao cosmopolita y urbano existe también una generación emergente, en cuyas casas se combinan objetos únicos de distinta naturaleza. Así son las casas del diseñador Patxi Ortun, del decorador Iñigo Unzueta o de Paúl Ziarsolo, propietario de la tienda Persuade. (Los especialistas de moda han situado a Persuade entre las ocho mejores tiendas de ropa del mundo). Los muebles de anticuario se mezclan con piezas encontradas en las almonedas y con el diseño más contemporáneo. Un mundo de contrastes, en el que se corrobora la frase de Unamuno: "El mundo entero es un Bilbao más grande".