Punk kamikaze
El sello Brixton reedita en vinilo los dos últimos discos del grupo Eskorbuto
bilbao
DEmenciales, acelerados, anarcos, peligrosos y antitodo, Eskorbuto ha sobrevivido a su mala reputación, al paso de las décadas y de las modas, y a las muertes de sus componentes capitales. Su legado sigue vivo, como demuestran todavía sus coetáneos Zarama en directo y la revisión de su cancionero que hacen los músicos electrónicos vizcainos en BIKE 3.0. El trío de Ezkerraldea siempre tuvo demasiados enemigos. Dentro y fuera de Euskadi. Por ser, como defendían ellos, "la banda más honrada que ha pisado este planeta en millones de años". El sello Guns of Brixton Records (G.B.R.) acaba de reeditar sus dos últimos discos "oficiales", en formato de vinilo
Salieron del agujero que suponía Ezkerraldea en los 80. Años de punk, reconversión industrial, paro, heroína y mucha mala hostia. Como ratas, escupiendo versos y triturando guitarras. Con escasa técnica pero una actitud (kamikaze y suicida) que les convirtió en el grupo punk vasco por excelencia, y que les acabó pasando factura con la muerte de sus dos componentes principales, Iosu y Jualma, ambos, como tantos otros de su generación, abatidos por la droga. Antes en las guerras,No quiero cambiar, Historia triste, Eskorbuto a las elecciones,Este maldito país, Eskizofrenia, Tamara, Cerebros destruidos, Mucha policía poca diversión... siguen sonando actuales y clásicos, al mismo tiempo. Su espíritu y letras hirientes y descarnadas palpitan todavía.
rescate Este maldito país es una gran pocilga, cantaba Iosu. Se refería al Estado español, pero tampoco lo tuvieron fácil en tierra vasca. Debido a su independencia. Por eso, siempre resulta conveniente una revisión de su discografía ("en vinilo, como es merecedor en la liturgia rockera", destacan desde el sello), ahora completada con la operación rescate de sus dos últimos discos "oficiales", ya que su batería, Paco, todavía editó varios trabajos tras la muerte de sus compañeros aunque nada ya fuera igual. Discos que, de entrada, les muestran menos rudos musicalmente y abiertos a otros sonidos e instrumentos. "Hacemos música porque en las tiendas no venden metralletas", defendían. ¿Queda claro?
La más macabras de las vidas, su penúltimo y quinto álbum, se editó en verano de 1998. Lo publicaron ellos mismos tras las experiencia fallida de las discográficas anteriores. Y no resultó fácil, especialmente para Iosu, que, con Jualma (el bajista) convaleciente en el hospital, tuvo que ocuparse de guitarras, líneas de bajo, voces, algunos coros y arreglos. Hasta llegó a distribuir más de 3.000 Lps de forma totalmente autogestionada a través del correo. Son nueve canciones en poco más de media hora de punk rock desesperado, nihilista y pesimista que se abre con una guitarra acústica e introduce sintetizadores en su repertorio.
Sus letras siguen igual de voraces ("como la lepra"), pero musicalmente la producción suena menos ruda y correosa. Los sintetizadores de temas como Rock y violencia, y la canción que da título al álbum contribuyen a ello. Iosu, tan preclaro y clarividente como siempre, optó por incluir en la portada del disco varias lápidas de cementerio y dejó en sus canciones (Que corra la sangre, Iros a la mierda o Sangre) esos mensajes que les convirtieron en ídolo de varias generaciones: "no somos de fiar, ésta es nuestra mejor virtud"; "no me digas que soy bueno, soy amigo del veneno"; o "acabad con nosotros si podéis, antes de que nosotros lo hagamos con vosotros".
Tres años después, Eskorbuto editó su testamento, Demasiados enemigos, un disco de producción y repertorio más rock que punk, donde Jualma tiene más presencia que Iosu, y que casi nadie esperaba debido a la salud del trío y a los rumores que aseguran que incluso se habían quedado sin instrumentos debido a sus trapicheos. Le cuesta aguantar el tipo ante sus clásicos, con canciones que, en ocasiones, aparecen sin pulir y como simples esbozos. Muestra a una banda en barrena, casi agotada, pero capaz todavía de hacerte sonreír (en la etílica Emborráchate o en Eskorbutín) y recuperar el espíritu de antaño en la recuperada No quiero cambiar, auténtica declaración de principios, o en versos como "no hay nada en lo que creer, no hay nada por lo que luchar" y "no temo a la muerte, no temo a la vida...". Iosu llega a cantar, más preclaro que nunca, "próximo tren con destino al infierno va a efectuar su salida...". El grupo se subió en él. Peligrosos. Hasta para ellos mismos.