Participó en la primera edición de Inmersiones pero en otro papel. Ahora le toca estar al frente.
Tengo muchas ganas. Es un proyecto que me emocionó mucho. Iñaki Larrimbe hizo un trabajo muy bueno el año pasado, configurando una propuesta muy fresca y potente, en el sentido de que supone crear un foro entre los propios artistas que en otro contexto no existe. Cuando me llamaron para hacerme responsable de esta segunda edición, la idea me gustó mucho.
Un nuevo paso de un programa extraño puesto que lo que aquí se presentan no son creaciones ya terminadas, si no proyectos e ideas.
Es que normalmente el mercado del arte, o por lo menos todos los contextos del arte que vemos, tienen que ver con piezas acabadas. Es decir, no conocemos ni los procesos de los artistas ni tenemos acceso a ese previo antes de la exposición de una obra, aunque ahora empiezan a darse algunas excepciones. Inmersiones ofrece un lugar a los artistas para que puedan enseñar lo que hacen y cómo lo hacen.
Lo curioso es que se entiende casi siempre al artista como una isla.
Sí, pero es que el propio creador también se aísla. Para la propia comunidad artística, este tipo de foros es muy bueno porque es como los congresos de medicina, donde un médico le explica al otro qué está investigando, qué camino está siguiendo en este campo... Yo lo veo igual.
Otra pata, por así decirlo, de Inmersiones es la complicidad de los agentes culturales públicos y privados. ¿Para ellos también es interesante?
Depende un poco de cada uno. Hay muchos gestores que están a pie de calle. Ellos vienen también a Inmersiones porque tienen interés en seguir palpando qué es lo que pasa. Pero hay comisarios o agentes que prefieren buscar y seleccionar sus propias apuestas y ya está. Personalmente, me parece más interesante la fórmula que nosotros proponemos. Es una cuestión, al final, de la actitud de cada uno.
Parece un poco extraño que en Euskal Herria no existan foros de encuentro parecidos.
Pero ni hay en Euskal Herria, ni en otros lugares. Lo que es inusual es que el área de Cultura de la Diputación alavesa tenga esa inquietud, que haya hecho la apuesta por el Proyecto Amarika.
Lo preguntaba porque hay centros culturales, museos, becas... Es decir, a las instituciones les gusta vender que hacen cultura.
Pero es que algo como el Proyecto Inmersiones es muy difícil de vender. Para lo público es mucho más sencillo vender un museo porque es más espectacular que un evento como éste. Tiene más que ver con la cultura del espectáculo o con lo mediático.