El cuadro parece fuera de lugar en la estancia, cargada de probetas, embudos y ordenadores. Juan Manuel Madariaga, catedrático e investigador principal del grupo IBeA, apunta con el láser Raman a la barriga de los niños pintados, a la hierba que pisan, al cielo marcado con pequeñas pinceladas. Mientras el experto bucea en los entresijos de la obra, la doctoranda Maite Maguregui comprueba en la pantalla del ordenador los resultados de la exploración. En este caso, su éxito está mediatizado por una densa capa de barniz. "Va a estar complicado", resume Madariaga ante la propietaria del cuadro, que pretendía averiguar la fecha en que se pintó. "El barniz impide ver más allá".
Se trata de un caso peculiar. Habitualmente, la técnica Raman permite identificar al vuelo las moléculas que componen un cuadro, un papel pintado o un material pétreo, reconocer su huella dactilar.
Siete integrantes del equipo IBeA del Departamento de Química Analítica de la UPV-EHU trabajan en la identificación de los diferentes pigmentos y materiales que se emplean en la creación de obras artísticas, en la detección de falsificaciones y en el estudio de la degradación del patrimonio cultural.
Uno de los últimos encargos que han recibido proviene del Guggenheim. Aunque el proyecto está en su fase inicial, el equipo va a analizar el deterioro de las esculturas en acero corten de Richard Serra. "Será la primera vez que trabajemos con metales", explica Maguregui. "El acero de las esculturas de Serra está envejecido al gusto del autor, pero en el museo han detectado que, además del envejecimiento artificial, las obras han sufrido otro tipo de deterioro".
En este caso, los investigadores tienen previsto trasladarse al lugar con sus equipos portátiles. "Cuando se trata de edificios, se pueden extraer muestras para analizar en el laboratorio, pero con las obras de arte es distinto. Normalmente nos piden que las analicemos in situ", cuenta la estudiosa. La ventaja de la técnica Raman es que utiliza láseres que tienen potencia controlada y que no daña los pigmentos, algo imprescindible cuando se trata de piezas delicadas. Más todavía si tienen la antigüedad de las muestras extraídas de la antigua Pompeya.
muestras de pompeya "Esto es muy curioso, ¿ves que aquí había una franja roja que ahora ya no está?", muestra la investigadora. "Aquí incluso pueden verse manchitas negras debido a los líquenes y hongos que se depositan en las paredes". En sus manos, la joven sostiene trocitos de pinturas murales que han estado enterradas más de 2.000 años. Cuando el volcán Vesuvio erupcionó, cubrió Pompeya de ceniza y piedras volcánicas que actuaron como protección natural de obras de arte. En el laboratorio, algunos de esos trocitos se conservan en pequeñas cajas con algodón.
El equipo de investigadores dispone además de piezas obtenidas de muros y pinturas murales de una casa excavada hace unos 150 años, cedidas por la Universidad de Ciencias Aplicadas de Helsinki, con la que colaboran. "En el trabajo hemos visto muchas diferencias entre unas y otras. Las pinturas murales que han estado a la intemperie han sufrido mucho porque Pompeya está cerca de Nápoles y del mar, y se ha deteriorado el soporte y la capa de pigmentación", cuentan.
Los resultados de los estudios que realizan no sólo sirven para satisfacer la demanda de particulares, instituciones o restauradores sino para, como en este caso, aportar conocimiento a la comunidad científica a través de publicaciones o congresos.
De hecho, el museo de Bellas Artes de Bilbao ha acogido este año el V Congreso Internacional sobre las aplicaciones de la Espectroscopia Raman en Arte y Arqueología, organizado por el Departamento de Química Analítica de la UPV/EHU, que se celebra con frecuencia bienal y que en pasadas ediciones ha tenido lugar en Londres, Gante, París y Módena. En esta ocasión, el encuentro se centró en el deterioro que sufre el patrimonio cultural por la corrosión.
Es lo que ocurrió con los alabastros ingleses policromados y con un altar policromado del Museo de Arte Sacro de Bilbao, que fueron analizados por el equipo de investigadores vasco para su posterior restauración. "El altar policromado tenía tanta suciedad que al principio ni siquiera veíamos los restos de pigmentos", describen. "Hicimos varias pruebas con un limpiador desarrollado por el equipo y al final resultó muy exitoso". El trabajo de investigación previo dio sus frutos. Los equipos y la alta tecnología no son suficientes.
detectives Aunque el láser Raman permite obtener información sobre los materiales, la interpretación de los datos corresponde a los expertos, que se convierten en auténticos detectives en busca de la fecha de la creación de un cuadro, del tipo de pigmento que se utilizó o del problema medioambiental que puede estar deteriorando un edificio.
"En base a la tipología de pigmentos que pueda tener un cuadro puede atribuirse a una época o a otra. Sin embargo, determinar su autoría es muy complicado, nunca se puede afirmar rotundamente que lo pintó una persona concreta", comenta Maguregui.
Los resultados del análisis con láser Raman se ponen en relación con una enorme base de datos que recopila información sobre pigmentos, materiales pétreos, etc. "Así podemos identificar, por ejemplo, que un cierto tipo de pigmentos se utilizaba en una época determinada", explican.
Otra de sus especialidades es el soporte papel. Han trabajado con la fábrica de papeles pintados Santa Isabel de Vitoria encontrados en la Torre de los Varona (Villanañe, cerca de Gasteiz) y con papeles pintados de Finlandia de entre los siglos XVIII y XIX, entre otros. Los manejan en una estancia de un blanco impoluto en la que sólo hay cabida para algún detalle personal. En la entrada, un corcho muestra fotografías de algunas de las expediciones del equipo. En primavera tienen previsto ir a Pompeya, para sentir en la piel el salitre que afecta a las muestras que estudian.
Pueden pasar horas observando una sola obra. Intentando adentrarse en su historia, en los materiales con los que fue creada, en descubrir si fue restaurada en alguna ocasión o no. Trabajan con las manos y la mirada. A veces con el ensueño de ver más allá de una profunda capa de barniz.