Una jornada de paseo por la parte Vieja de Donostia
Para disfrutar de los pintxos, unos garbeos por La Concha y ‘la consti’, y visitar Urgull y sus murallas
Con los días más largos y el tiempo libre del estío se puede aprovechar cualquier jornada de playa o la próxima celebración de su festival de jazz, para perderse un día por la Parte Vieja de Donostia, que ofrece mucho más que suculentos pintxos. Aquí proponemos un paseo por Urgull, la plaza de La Constitución, el puerto, la playa...
Tesoros de la Parte Vieja es el título que nos sugiere el Departamento local de Turismo para recorrer en un día. El itinerario comienza con la ascensión al Monte Urgull. Ubicado en pleno corazón de la ciudad, es su único punto donde se pueden ver las tres playas observando los restos de la antigua muralla y cañones, testigos del pasado militar de la ciudad.
Hay que recordar que su enclave y orografía convirtieron a Donostia en fortaleza militar en el siglo XII. Sus murallas y los restos del aparcamiento subterráneo del Boulevard, rememoran los múltiples ataques y asedios, la rendición ante los franceses y hasta el incendio que destruyó la ciudad en el siglo XIX, poco conocido más allá de Gipuzkoa.
Para completar el recorrido histórico se puede visitar el Castillo de la Mota, del siglo XII, y pieza clave defensiva. A su alrededor aún pueden apreciarse los cañones y las aspilleras. Cerca está la Casa de la Historia, un museo donde empaparse del pasado, y el Cementerio de los Ingleses, inaugurado en 1924 en la ladera norte del monte, que testifica el paso de los ingleses durante la I Guerra Carlista (1833-1840).
La propuesta del mediodía pasa por bajar al puerto y callejear por la Parte Vieja disfrutando de sus pintxos, con ofertas que van desde la originaria rebanada de pan cubierta de alimentos hasta las creaciones de alta cocina. Ir de pintxos por la Parte Vieja es una forma de conocer nuestra cultura, al igual que visitar el Mercado de La Bretxa, de 1870 y con más de 40 puestos.
más paseos Para reponer fuerzas es perfecta también la Plaza de la Constitución, donde averiguar la razón de sus balcones numerados, que aluden a su pasado como coso taurino. Después de comer, nada mejor que un café en una de las terrazas de la Plaza Zuloaga, donde el Museo San Telmo guarda los secretos de la cultura vasca. Por la tarde, paseo romántico hacia la Playa de la Concha, para disfrutar del atardecer, bien a pie o en bici, y admirando los emblemáticos edificios del Hotel Londres, el palacio Miramar, La Perla... Y como colofón, cenar en un restaurante con vistas al mar.
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