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Rocío Madrid: “Sigo siendo la misma cachonda y la misma loca de ‘Crónicas marcianas”

Sabe posar, mirar a la cámara y es pícara ante el objetivo; caracterizada de Marimar, la rata de ‘The Hole 2’, Rocío Madrid es una delicia para cualquier fotógrafo

Rocío Madrid: “Sigo siendo la misma cachonda y la misma loca de ‘Crónicas marcianas”Borja Guerrero

Bilbao - Rocío Madrid es una cara conocida para muchos espectadores. Su paso por Crónicas marcianas o el ser la reportera dicharachera (demasiado insistente) de Operación Triunfo le han dado una imagen distinta a la que ella quería para enfocar su trabajo de actriz. Ahora se acaba de incorporar al elenco que desde Aste Nagusia ha estado actuando en el Palacio Euskalduna de Bilbao y disfruta en este cabaret teatral que se despide de la ciudad el sábado.

¿Qué implica hacer de ‘rata’?

-Uff, ufff... Expresarme siempre cantando, quién me lo iba a decir a mí cuando empecé.

¿Canta mal?

-No quiero decir eso, pero me he tenido que poner a ello. Cuando estudiaba en Málaga me esforzaba más en la interpretación, quizá el baile; pero lo que yo quería es ser actriz. Hice el musical Marta tiene un marcapasos y ya lo que me den.

Así que ha descubierto al cabo del tiempo que puede cantar en público.

-Desde pequeñita canturreaba y se me daba bien, pero no consideraba que era algo que podía explotar. No daba importancia a la voz. Los retos me ponen y esto ha sido un gran reto.

¿Le resultan difíciles las canciones de ‘The Hole’?

-Bueno, bueno... Hay una que es heavy metal y, dicho sea de paso, es heavy cantarla. Al principio, no sabía si iba a poder, pero como se dice en mi tierra, le eché huevos y ahí estoy cantándola.

¿Por qué se decide a ser actriz o presentadora?

-En mi familia no hay nadie. Él único al que me puedo parecer es al hermano de mi abuelo; se llamaba Paco Madrid y fue un torero muy famoso en Málaga y en toda Andalucía.

Pero era torero, no actor.

-Un artista, dicen en mi casa. De hecho, mi abuela tiene hasta una botella con su foto y su nombre: Anís Paco Madrid. Y no hay nadie más en la familia. Pero esto se lleva dentro.

¿Es genético?

-Yo ya nací con esto. Con cuatro años cantaba, bailaba... Imitaba a la Pantoja, me ponía paños de cocina en la cabeza, me hacía colas y movía la melena como la Pantoja; bailaba flamenco, bulerías... Ya se me veía, hice danza y cuando acabé de estudiar en Málaga, me vine a Madrid a hacer arte dramático. Málaga se me quedó pequeñita.

¿Nunca pensó en otra profesión que no fuera la de actriz?

-Tuve un momento de bajón después de estudiar arte dramático en Madrid; tuve la sensación de que todo se estaba parando.

¿No tenía ofertas?

-Para poder estudiar hacía anuncios publicitarios; no me iba mal en ese sentido, seguía teniéndolos después de terminar. Pero eso no es lo que quería.

Estuvo en dos series, ‘Querido maestro’ y ‘Compañeros’...

-Y se terminaron, pero no me salía nada de lo que yo quería hacer y me rayé y me cogí el petate y me fui a mi casa, a Málaga.

¿Qué hizo en su tierra?

-Hubo un impasse de medio año larguillo en el que me puse a hacer un curso de peluquería canina...

¿Peluquería canina? Pues sí que el cambio fue drástico.

-O actriz o peluquera canina. Es lo que tengo, soy así de cambiante, de un extremo al otro. Estudié dos cursos e hice hasta prácticas en una clínica veterinaria.

¿Dejaron de gustarle los animales o ya no quería peinar perros?

-Ja, ja, ja... Lo pasé bien. Me llamaron de una cadena local de Málaga, empecé a presentar un magacín en directo y justo cuando comenzaba a preparar la segunda temporada, salieron los casting para Operación Triunfo. Me presenté y entre quince mil personas me cogieron.

Increíble, ¿no?

-Necesitaban una reportera o reportero que acompañara a los artistas en las giras monstruosas que tenían.

¿De ‘OT’ hasta las narices?

-Hasta aquí (se lleva la mano a la frente) de los triunfitos, de los bisbales, de todo el mundo. Supongo que ellos también de mí; estaba todo el día con el micro detrás de ellos. Después de OT llegó Crónicas marcianas.

¿Cómo fue la experiencia?

-Increíble, hacía todo. Hicimos reportajes muy cachondos, muy divertidos, alocadillos, como soy yo. A Javier (Sardá) le llamó la atención, quería una bocanada de aire fresco, una chica joven y me ficharon.

¿Qué queda de la chica de ‘Crónicas marcianas’?

-Muchas cosas, queda la esencia, los años, las experiencias... Todas esas cosas que te hacen crecer como persona y como profesional. Pero, básicamente, sigo siendo la misma loca y la misma cachonda.

¿No se ha refinado un poco?

-Ja, ja, ja... ¿Refinarme? Sí claro, todo se aprende con la edad.