Triunfa en Brooklyn el 'come y calla'
Un restaurante ofrece cenas de 90 minutos en silencio, con mucho éxito en la ruidosa nueva york
Nueva York. Retiro espiritual, paréntesis en una ciudad tan ruidosa como Nueva York, curso acelerado de mímica o manera de explorar la relación entre el hombre y el alimento. El restaurante Eat, en Brooklyn, ha triunfado con su propuesta dominical, una cena silente bajo el lema del "come y calla".
No hay música, casi ni luz. El cocinero, Nicholas Nauman, y sus dos pinches se deslizan silenciosamente por una pequeña cocina y van sacando platos realizados con productos orgánicos locales. Bienvenidos a noventa minutos de silencio aderezados con un menú fijo de tres platos y postre sobre los que el comensal no podrá decir "ni mú".
¿Un lujo en la rutina neoyorquina u otra marcianada en una ciudad obsesionada con estar a la última? La idea se le ocurrió a Nauman, después de un retiro en un monasterio budista, y la puso en práctica en septiembre. "Ha sido muy sorprendente la respuesta, se ha hecho popular".