Bilbao

Dibujante, guionista e ilustrador; Francesc Capdevila, o como se le conoce en el mundo artístico, Max, ha estado en muchos sectores del arte, específicamente del cómic independiente. Con clásicos como Peter Pank o nuevas obras, como Paseo Astral o Badin el Superrealista, y gracias a los personajes que ha creado tan ingeniosamente, Max ha podido adentrarse en mundos paralelos al cómic, como la ilustración de obras literarias o el diseño de productos. Ahora, abrirá temporalmente en la sala Garabat de Bilbao una pequeña exposición exclusiva, en la que mostrará los originales de uno de sus últimos trabajos como ilustrador.

En ese proyecto, titulado Un perro en el grabado de Durero, titulado el caballero y la muerte del diablo, Max ha colaborado con el autor argentino Marco Denevi, trayendo así de vuelta un relato de más de cuarenta años de antigüedad, dentro de la colección de relatos Die Tollen Heffte (Los Cuadernillos Prodigiosos) del alemán Armin Abmeier.

Max asegura que gozó de "absoluta libertad" para expresar con dibujos lo que le decía el relato. Algo que le hizo sentir muy a gusto. "Creo que este es mi mejor libro hasta la fecha", agrega el autor. Una afirmación que sorprende, teniendo en cuenta que Capdevila tiene claro que cuando se trabaja como ilustrador, el artista se "somete a los gustos del narrador o se adapta a las necesidades de la historia".

Su trabajo más complejo ha sido la ilustración de la colección de libros Filosofía para profanos, escrito por Maite Larrauri, pero superó esta complejidad ilustrando los conceptos filosóficos con "pequeñas historietas mudas".

A Max le gusta mantenerse con un pie en ambos lados de la frontera y alternar su trabajo como creador de cómics con sus encargos como ilustrador. Considera que si no lo hiciera de esta manera, su trabajo resultaría "algo monótono. En el cómic te sientes incondicionado y a tus anchas, pero con la ilustración se te plantea un desafío que resulta satisfactorio resolver", comenta. Disfruta manteniendo un sano equilibrio entre ambas actividades. En esa línea, ha creado en exclusiva para Garabat y el público bilbaino una exposición que si bien "es modesta", según afirma, tiene los mejores elementos de una convención de cómic y de una muestra artística tradicional. La exposición, abierta al público desde el pasado viernes, "surgió como propuesta de Borja Crespo de Garabat -revela Max-, al que conocí dando una charla en la Alhóndiga, y me propuso presentar una exposición pequeña y un taller reducido en el espacio que ellos tienen en Bilbao". Por el módico precio de 40 euros, los visitantes podrán recibir un taller de dibujo de Max, con un cupo limitado a quince alumnos.

El dibujante mostrará aspectos técnicos del dibujo y de su estilo, inspirado principalmente en "el cómic europeo y la pintura flamenca, como Brueguer, Durero o El Bosco".

Equilibrio

Max cuida el equilibrio a la hora de asistir a eventos. Si bien la de Garabat no es ni su primera ni única exposición, no es algo a lo que se dedique, ya que para él, las exposiciones de creadores del cómic son más bien "muestras de originales, pero como casi no existe coleccionismo y se vende poco y mal, realmente se expone por satisfacer la curiosidad del público, al que le gusta observar el proceso de creación y apreciar la técnica real del dibujante y las diferencias entre el producto impreso y lo que originó ese producto final". Pese a que la exposición-taller en Garabat es un evento único Max tiene un recopilatorio retrospectivo de obras que en conjunto forman una exposición enorme, para ser acogida en salas como la del Museo Valenciano de la Ilustración y Modernidad (Muvim) de Valencia o el Instituto Cervantes de Madrid. Esta muestra ha itinerado por Brasil y México y su autor espera que pueda hacerlo por más ciudades del mundo.

Al margen de las exposiciones, Max se reconoce asiduo de convenciones del cómic como la de Angouleme, a la que suele asistir cada año. "En las convenciones das charlas, hablas, conoces gente, haces contactos... Es muy distinto de una exposición". Situaciones que sabe diferenciar muy bien, ya que también ha sido pionero al exponer su libro Paseo Astral en la exposición madrileña de arte contemporáneo ARCO, marcando la primera vez que "el cómic se dejaba caer de lleno en ARCO", y dándole a Max su "oportunidad para entrar en el arte contemporáneo y por parte del evento como experimento con el cómic".