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Las coristas de Berlusconi

El documental "Videocracy" destapa el control absoluto del presidente italiano

Las coristas de Berlusconi

Bilbao

LOS cables de Wikileaks no han descubierto nada nuevo en torno a las bajas pasiones del capo de Italia. Así, se ha sabido que Silvio Berlusconi pide que en su televisión las showgirls tengan más tiempo en antena. Las mamachicho italianas tienen nombre propio: veline (coristas). Una categoría social a la que aspiran muchas jóvenes italianas o forasteras que se presentan a los castings de taberna para soñar con un futuro televisivo. Esa es la estampa que diseña el realizador Erik Gandini en su documental Videocracy, una de las pocas voces críticas contra el imperio mediático y político del dueño oficial y oficioso de la bella Italia. Su libertad de expresión no ha sido gratuita, y la RAI (la cadena pública) se ha negado a emitir el trailer. En un país donde la ética y la estética se descomponen, Erik Gandini asiste al espectáculo creado por Silvio Berlusconi, la punta de iceberg de una cultura asentada en el culto al dinero, la fama y los tentáculos del poder. Según Gandini, Berlusconi es el resultado profesionalizado de una sucesión de disparates normalizados que ha desarrollado Il Cavaliere, consciente de que no podía gobernar sin el control absoluto del medio más influyente en Italia: la televisión. Todo empezó hace 30 años cuando una cadena local tuvo la efectiva idea de crear un concurso nocturno sui generis: los espectadores tenían que llamar y acertar la respuesta para conseguir el ansiado premio: el desnudo, prenda por prenda, de una stripper que ocultaba su cara con un antifaz, un artilugio de pudor y misterio que volvía loco a la audiencia, incluyendo a los empresarios, hartos de que los obreros llegaran tarde a trabajar.

El italo-sueco Erik Gandini se centra en los personajes que se han ido despojando de la era berlusconiana: un chaval que aspira a convertirse en el nuevo híbrido entre Ricky Martin y Bruce Lee y ser famoso; un paparazzi especializado en la venta de material fotográfico íntimo a los protagonistas de las noticias, o un agente y amigo del presidente, orgulloso de la herencia patriótica de Mussolini. Estos amigables y exhibicionistas caraduras, encantados de haberse conocido, manifiestan el nivel cultural de la sociedad del entretenimiento.

No es fácil catalogar y profundizar en ese país sin caer en los tópicos, pero el director de Videocracy pone el dedo en la llaga: el equipo de Berlusconi ha conseguido llegar al poder porque no diferencia entre televidentes y votantes. Las campañas del partido político de Berlusconi que emite en televisión se parecen (por no decir copian) al formato y al estilo de algunos programas de máxima audiencia.