Miren la cara de uno de los gigantes de Bilbao de los años setenta del pasado siglo, El inglés, y verán su rostro, el de Julián Echevarría San Martín, el legendario txirene Camarón, que heredó el apodo de su padre, otro bilbaino de vuelos que falleció en un accidente de coche, un Hispano Suiza, conducido por el mozo de espadas de Cocherito, el torero de leyenda de Bilbao. El padre era gestor de diversas plazas de toros y regentaba el el Teatro Real de Madrid. Era, además, amo y señor de un negocio de frigoríficos en Inglaterra y Nueva Zelanda. Le dio vida a Julián en el Instituto Vizcaino, en Baiona y en Liverpool, Ahí el joven Julían fue haciéndose un aire de gentleman que le acompañaría toda la vida.

Allí, en Inglaterra, le alcanzó el estallido de la Primera Guerra Mundial y Julián volvió a Bilbao, colaborando en periódicos como La Noche y el Excelsior con escritos costumbristas que alternaba con su trabajo como bibliotecario de la Diputación.

Fue un hombre pionero del Club Deportivo, donde llegó a presentar incluso... ¡combates de boxeo! que, al decir de los testigos, lo hacía con sorna para regocijo de los espectadores. “Pantalón color salmón ahumado” o “calcetines melón pálido”, cosas así. Algo de boxeo sabría, si se juzga que su hermano Adolfo fue el introductor de Paulino Uzkudun en Estados Unidos y amigo personal de Joe Louis. Tan ligado al Club Deportivo, se le atrivuyó la condición de alma del Circo Amateur. Llegó a se director del circo.

El nombre completo era Julián Echevarría San Martín, Camarón, y los papeles dicen que nació en la Calle Tendería, en la casa de la esquina y el obrador de Manucanela, en enero de 1896. No había cacao de la calidad que se servía en aquel negocio fundado en el siglo XIX de la calle Tendería.

Sentían, según cuentan, una atracción por la musica. A una letra suya, Acuarela vasca, la llegó a musicar el mismísimo Jesús Guridi. Incluso estrenó en Madrid una zarzuela, Viento sur, con música de Jesús Arambarri. Para una colección literaria, El cofre del bilbaino, rescató del olvido canciones populares como Anguleros, Desde Santurce a Bilbao o la Peluquería de Carbonell. Era un hombre infatigable y muy ligado a la tradición bilbaina, de eso no cabe duda alguna. Gastó una amistad sincera con Elías Segovia, santo y seña de La Concordia, un local de mucho peso en la época. Se diría, incluso, que competían en elegancia.

Leámosle alguna pincelada de lo dicho de su puño y letra que publicó el periódico Bilbao. “Por que entonces la ría sacó talmente el pecho afuera que, para las doce del día, las casas del Casco Viejo empezaron a reflejar su imagen invertida en el cristal de las aguas. Y a las tres de la tarde, Bilbao era una nueva Venecia, surcada por botes y chanelas de babor a estribor y de este a oeste. Al paseo del Arenal, entonces en la misma rasante del muelle, los barcos veleros y lanchones salieron a bailar el vals de las olas por entre lostroncos del hermoso arbolado”. Ahí queda dicho.

Fue señalado como hombre de derechas a mediados del siglo XX, con lo que eso significaba. El 5 de mayo de 1976 el Ayuntamiento del alcalde Berasategui, aprobó la nominación personal del cantón entre Tendería y Artekale, como cantón de Julián Echevarría San Martín, Camarón. Cinco años después, en 1980, la C orporación municipal presidida por el alcalde Castañares acordó, entre los numerosos cambios introducidos , no tocarlo.

El viento de los recuerdos lo alborota todo, a veces confundiéndole a quien lo invoca. En este caso al que suscribe. Hace una semana larga, en el recuerdo a Román Carbajo, uno achacó a Josean Querejeta. baskonista de pro, las labores de Jon Arrinda en Caja Bilbao. Vaya ahí mi mea culpa por el viento sur.