Aquel mes de abril de 1793, en las calles de Bilbao aparecieron pasquines en los que se podía leer: “Nobles vizcaínos – volvamos por nuestro honor, echemos a los franceses – fuego al Corregidor.” Así está registrado en las Actas de las Merindades. No era la primera vez que el pueblo de Bilbao se había rebelado, ni tampoco sería la última. La guerra siempre constituye una desgracia pero llegaba a Bizkaia en unos momentos difíciles para su economía. Las malas cosechas de 1789 generaron hambre, mortandad e indigencia que aún subsistían. La industria y el comercio experimentaban también un notable receso, cundía el paro, la carestía se agravaba por la masiva afluencia de exiliados, había hambre y el descontento era general. Eran los tristes días de la Guerra de la Convención del siglo XVIII.

Y justo en ese momento, uno de los momentos más negros en la historia de Bilbao, de Bizkaia entera, el Ayuntamiento de Bilbao mandó levantar en el Pontón, un poco antes de donde la Ría comienza a serlo y junto a la corriente fluvial, un molino “de cuatro ruedas en el que se molían doscientas fanegas de trigo diarias (cinco fanegas por hora). Contaba seis hornos, cinco corrientes, y tres de ellos se hallaban destinados a cerner” (sic), según la descripción de Estanislao Jaime de Labayru y Goicoechea en su obra: Historia General de Bizcaya.

Entre la colección de litografías y grabados de nuestro Museo Vasco figura una estampa del Molino del Pontón en el Paseo de los Caños obra de Pedro Pérez de Castro. La imagen romántica, dibujada en 1853, nos presenta la mole imponente del molino, casi como una casa torre, junto a un caudaloso Ibaizabal en su rápido viaje al encuentro de la Ría. Es un ejemplo de lo que fue. Contemos que el edificio de la panadería formaba parte de un conjunto de edificios exentos completado por el granero, el molino y la leñera. Estos edificios se disponían de forma escalonada adaptándose a la pronunciada pendiente. El edificio de la panadería constituye el primer edificio fabril de la protoindustria de Bizkaia y uno de los pocos testimonios de la misma. Se trata por lo tanto de la primera edificación industrial significativa de Bizkaia.

Resultan asimismo destacables sus singulares dimensiones y su organización tipológica, en torno a un patio. En 1793 surge la iniciativa de la construcción de estas instalaciones con el fin de garantizar el aprovisionamiento de harina y pan a Bilbao. Esta iniciativa se materializa en el proyecto del arquitecto de Bergara Alexo de Miranda, figura destacada de la primera vanguardia del Neoclasicismo en Euskadi.

Desde el centro de Bilbao se accede al Pontón a través del Paseo de los Caños que discurre por la orilla derecha de la Ría. Entre sus muros, que antaño acogieron una de las industrias más potentes de Bizkaia hoy se oyen los gritos y juegos de los habitantes infantiles de la ikastola Abusu. Las excavadoras echaron abajo el viejo molino en 1987, destruyendo el último vestigio de la molinería hidráulica en el territorio. La panadería sobrevivió al fuego, a las guerras e incluso al fragor del ferrocarril que cruzaba el interior del edificio a principios del siglo XX. ¡La repanocha!

Su aspecto monacal o carcelario, como les dije, se explica tanto por la falta de referencias previas, como por la costumbre de albergar nuevas tecnologías en contenedores con estéticas a las que la población estaba acostumbrada. La obra es Bien de Interés Cultural y se enmarca en torno a la vanguardia neoclasicista en Bizkaia. El edificio es una monumental masa cúbica, con tejado a cuatro aguas que se adapta a la pendiente del terreno, con cuatro alturas en su lado sudeste y tres en el resto. Una curiosidad. En el periplo de destrucciones y reconstrucciones fruto de las guerras carlistas, el edificio se ocupó por la Fábrica de Lencería de Miraflores (1844-1874). A pesar de su nombre se dedicaba a lienzos crudos, lonas y vitres para alpargatas, sacos y otros textiles.

Lleguemos ya a nuestro tiempo. Cuando en 1977 un pequeño grupo de progenitores fundó Abusu Ikastola, estaba situada en la planta baja de la parroquia. Poco después pasaron a los locales del Ayuntamiento de Arrigorriaga. En 1980 se fundó una ikastola comarcal en Zaratamo, a la que acudían niños de la zona para cursar estudios de Primaria, alumnos de Abusu, Ugao, Arrigorriaga (centro) y Zaratamo. Por su parte, la Educación Infantil continuaba en los pueblos y barrios del alumnado.

En 1993 Abusu Ikastola decidió mantenerse en Ikastolen Elkartea. En cambio, la Ikastola comarcal de Zaratamo, decidió integrarse en la red educativa pública. En ese momento también tomaron otra decisión importante: pasar de ser únicamente una ikastola de Educación Infantil a ampliar la oferta educativa a Primaria y Secundaria. Para afrontar esta nueva etapa lo primero que se necesitaba era un nuevo edificio. Ahí llego la ocupación de la antigua fábrica de harina. En 1994 se puso en marcha el primer curso de Primaria en Abusu Ikastola. En la época en que se celebró el primer Ibilaldia, en el barrio de Santa Isabel de Arrigorriaga, la Ikastola se ubicaba en unas lonjas cedidas por el Ayuntamiento de Bilbao. Tras varias reformas en 1997 llegaron a la vieja fábrica. En 2015-2016, la ikastola consiguió ser un centro completo. En 2022 organizó el primer Ibilaldia pospandemia. En la actualidad Abusu ikastola está formada por más de 700 alumnos, 500 familias y 60 trabajadores.