Todos los años solíamos hacer unos especiales sobre regalos tecnológicos para las navidades. Por motivos de actualidad el pasado año no pudimos hacerlo y el aluvión de correos y comentarios para que lo hiciéramos de nuevo me ha animado para volver a las recomendaciones. El regalo estrella de este año son las pulseras cuantificadoras, que no debemos confundir con los relojes inteligentes. Estos últimos se encuentran en otra escala, ya que su intención es la de sustituir los relojes tradicionales por uno que nos permita hasta incluso pagar o contestar llamadas. La pulsera es un complemento que puede convivir con un reloj y que su principal función es la de medir y poder cuantificar nuestro estado de salud y alertarnos de llamadas o mensajes de WhatsApp. Aunque son para todos, las personas más mayores deberían de tener una por una cuestión de salud.

Además de servir para dar la hora, su principal misión consiste en capturar datos de nuestro cuerpo mediante un sensor. Lo primero que cuantifica es lo que caminamos diariamente en forma de pasos aunque lo convierte en kilómetros dándonos una idea precisa de lo que realmente hacemos cada día. Muchas personas se sorprenden al conocer lo que están caminando cada día simplemente por ir a los recados o subir y bajar las escaleras de casa. Al conocer con precisión este dato, un médico puede saber si realmente tenemos una actividad diaria sedentaria.

El otro dato que mide es la calidad del sueño. Muchas veces hemos oído que un buen descanso supone que durante el día estemos mejor. Pero por mucho que durmamos acompañados y nos digan si roncamos o no, en ocasiones nos despertamos o tenemos un sueño ligero o profundo. Al dormir con la pulsera, que de verdad no molesta si tiene el tamaño adecuado, se registra nuestro sueño, las horas exactas que hemos dormido, si nos hemos despertado por la noche y cual es la calidad real del mismo.

Un apartado especial son los datos cardíacos y de saturación de oxígeno. Hay cierta polémica con algunos médicos que no consideran validos estos datos pero poco a poco cada vez más, los profesionales de la medicina se rinden ante la evidencia. Estos dispositivos tienen una precisión cada vez mayor y aunque no se pueden asimilar a un electrocardiograma la información que dan durante 24 horas del ritmo cardíaco son cada día más utilizados por los médicos para hacer un primer diagnóstico. La evidencia científica es cada día mayor ya que existen más y más estudios que han utilizado los datos de estas pulseras y se han comparado con estudios similares con costosos sistemas y sus resultados son los mismos. Una simple pulsera que mide la saturación de oxígeno hubiera podido salvar muchas vidas y todavía lo puede hacer, como alerta temprana para un posible diagnóstico de covid.

Otra de las ventajas es el precio. Hay pulseras como la la Amazfit Band 5 por 24 euros, la Xiaomi Band 7 de 49 euros o la estrechísima Garmin Vivosmart 4 de 84 euros, por mostrar tres modelos en tres escalas de precio. La diferencia está en la duración de la batería que suele ser de un mínimo de una semana, si tiene la posibilidad de pagar como lo hacemos acercando el móvil o la capacidad de resistencia al agua o las salpicaduras. Controlar nuestra actividad, de forma personal, puede ayudarnos a mejorar nuestra salud y tener una mejor calidad de vida. Por cierto, la información que nos dan se puede compartir con nuestros familiares para mejorar nuestro control.

@juandelaherran