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La Bilbao-Bilbao, en la bicicleta de bolsillo

DEIA acompaña a Iñigo, Aritz y Urdin en la populosa y festiva prueba cicloturista vizcaina que reúne a más de 8.000 cicloturistas y que ellos cubren en una Brompton, la marca británica de bicicletas plegables de ciudad

La Bilbao-Bilbao, en la bicicleta de bolsillo

EN 56 por 54 centímetros, y 27 de ancho, cabe una bicicleta de poco más de nueve kilos y ruedas de 16 pulgadas. Una miniatura. Es lo que soñaba Andrew Ritchie hace más de tres décadas cuando trabajaba encerrado en la habitación de su casa en Cromwell Road, en Londres, dibujando la idea de una bicicleta realmente plegable. Cuando levantaba la cabeza de la mesa, Ritchie, ingeniero titulado en Cambridge, podía ver por la ventana de su habitación el santuario de Brompton. Por eso le puso ese nombre a su creación. Brompton. Como si fuera un milagro. Lo parece. Plegada cabe en un bolsillo. O casi. El sueño de Ritchie.

Por eso dice Iñigo, que también estudió ingeniería, diseño mecánico en la universidad de Warwick, Reino Unido, y también acabó entre ruedas, cadenas, piñones y cambios, pero en su tienda de Durango que bautizó como Bizibike, que su aspecto engaña. "Cuando la ve, la mayoría dice que es una bicicleta de paseo", cuenta el vizcaino que llenó su tienda de Bromptons. Y su vida. Es su medio de transporte en Durango. Y cuando se desplaza a Bilbao, por ejemplo, se la lleva para moverse por la ciudad. "Cuando la pliegas es como llevar un maletín". Eso es la Brompton. Una bicicleta que no ocupa. Portátil. "No", rechaza Iñigo; "es algo más". Por eso quiso demostrar que es "más bicicleta de lo que parece". Para comparar buscó un escenario donde medir su pequeña con las bicicletas convencionales, las de carretera, mayormente. Seguramente, no existe un lugar más adecuado para eso que la Bilbao-Bilbao, la fiesta que abre la temporada de cicloturismo en Bizkaia.

Por eso la eligió Iñigo. 115 kilómetros con varias subidas -Andraka, Unbe, Artebakarra, Morga- es un buen examen para una bicicleta de bolsillo. Nadie lo dice de entre los que han madrugado más que el día, más de 8.000 según la organización en una mañana de primavera deliciosa, pero las miradas cuentan más que las palabras. Cuando las Brompton de Iñigo, Urdin y Aritz -los tres amigos que asumen el reto- se despiden de Bilbao, como si abandonara su hogar la bicicleta de barrio, pocos creen que vaya en serio lo de cruzar los límites de la ciudad. "Pero es que, pese a lo que pueda sugerir su aspecto, esta bicicleta no tiene límites", se empeña en explicarles Iñigo. Los va derribando. La cuesta de Barrika, primero, luego, Andraka. En Butrón hay quien ya va tomándose en serio a la pequeña bicicleta. "Y tú antes te reías; ahora, mira", le dice uno a otro cuando ven pasar a los tres cuesta arriba hacia Unbe.

La presencia de la bicicleta de bolsillo entre gigantes de carbono reluciente es un acontecimiento que alguno solo se explica de dos maneras: "O habéis hecho una apuesto, o es una penitencia". Iñigo no se baja del burro. "Ninguna de las dos", le responde; "es un placer". Iñigo es un enamorado del mundo Brompton que tiene a empresarios de las grandes ciudades -Nueva York, Londres...- corriendo trajeados en bicicleta entre rascacielos para ir a trabajar; o a tipos recorriendo el mundo con alforjas; o algún loco haciendo BMX; o otros tres, la Bilbao-Bilbao que corre bajo el sol, qué buena y qué rica la caricia de los rayos, hacia Morga, por el paraje ciclista que va de Mungia hacia Gernika. Lo admira Iñigo, "que paraíso", dice, para más tarde hablar como ingeniero de lo que más le maravilla de su bicicleta: "Que de las cerca de 1.200 piezas que tiene, el 70% son exclusivas".

Eso, claro, no se ve. Pero sí a Urdin, un buen atleta que se pasó dos años recorriendo el mundo con su bicicleta, pasando ciclistas cuesta arriba en Morga, donde un par de aitites preguntan graciosos si la bici se ha mojado y ha encogido al mismo tiempo que alguno que ve subir a Urdin como un colibrí se desespera y grita agotado que lo va a mandar todo al carajo, que lo deja, y que no sirve de nada gastarse un dineral en una bicicleta para ver cómo le pasa una de bolsillo. Es lo que quería demostrar Iñigo.

Otra idea ronda ahora su cabeza: desea montar un equipo vasco para disputar en 2015 el Campeonato del Mundo de Brompton que ya ganó Roberto Heras hace unos años.