bilbao - "Todas las victorias son importantes", dice Contador. Y seguro que piensa otra cosa. Que algunas, más que otras.

Nada tendrán que ver Prati di Tivo y Cittarele, salvo que ambas montañas se levantan en el camino desde el Tirreno hacia el Adriático, los dos mares que dan nombre a la carrera italiana donde hace un año el Contador que volvía para recuperar su trono en el Tour -unos meses antes había regresado de cumplir su sanción para ganar la Vuelta- descubrió lo mucho que había cambiado todo. Hace un año en Prati di Tivo, etapa reina de la Tirreno, supo de Froome, un inglés blanco y delgaducho que le dejó sentado. No se levantó en todo el año. Ni en el Tour. Sin corona, Contador anunció un Contador diferente para este año antes de irse a hibernar.

Debe de ser este de ayer del alto de Cittarele, sustituto de Prati di Tivo en la Tirreno, donde ganó Contador y su victoria puede que no sea como cualquier otra.

Sin Froome, tumbado por una lesión tras ganar en Omán, la dimensión del éxito de Contador en Italia -el segundo tras la etapa en Algarve- la determina la presencia de Nairo Quintana, que no estará este julio en el Tour, pero sí estuvo el año pasado para abundar con su amplio catálogo de ataques en el hundimiento del madrileño. Ayer, el colombiano, que corre la Tirreno pensando en el Giro que preparará en su casa en altitud allá en Boyacá -se marcha nada más acabar la prueba y volverá para el Tour de Romandía, a finales de abril-, puso a tirar a todos para controlar la subida final a Cittarele. Así, Castroviejo, su amigo y sombra, acercó al pelotón a la escapada; Igor Antón, gregario en la montaña del Giro como ayer en la Tirreno, marcó el paso cuesta arriba hasta el primer ataque, poco serio, de Pirazzi, prólogo del de Beñat Intxausti, este sí una declaración de guerra del Movistar que no rehuyó el Tinkoff, que tardó menos de un kilómetro, un par de curvas abiertas en medio de un paisaje de árboles huesudos, en lanzar al abnegado y duro Roman Kreuziger, salvavidas de Contador en el pasado Tour. El checo alcanzó en dos pedaladas a Intxausti y Pirazzi, y soltó a ambos en otras dos, cuando aún quedaban cinco kilómetros.

Podría haber ganado Kreuziger, pese a que sufrió de lo lindo en alguna rampa dura dentro de los dos últimos kilómetros, si no hubiese sido porque su medio minuto de ventaja se lo comió Quintana, hijo de las montañas y hermano de la inquietud, que atacó cuando se estaba moviendo también Kiserlovski y a su sombra se subió Contador, buen pedaleo y buena pinta, para quedarse ahí, impasible y sereno, cuidando las opciones de su gregario checo hasta que a este se le vaciaron las piernas, serpenteó y se dejó engullir por la montaña. Por ella saltaban alegres Quintana y Contador, por ese orden, cuando entraban en el último kilómetro que coincidió con la llegada de Porte, Urán, Dani Moreno, el líder Kwiatkowski y algunos más. Fue una tregua engañosa porque el ritmo que impuso Porte a su llegada fue un martirio que soportaron mejor que nadie Contador y Quintana, pegados a rueda del líder del Sky hasta poco antes de la última curva, 150 metros. Tres-cuatro veces giró el madrileño la cabeza para encontrarse con la mirada de su rival colombiano. Luego se lanzó, un sprint al que respondió el escalador del Movistar sin la frescura suficiente como para discutirle la victoria, no una cualquiera, que le deja a 16 segundos del liderato que Kwiatkowski conservó en el terreno de Contador y Quintana.

París-Niza En la París-Niza, segunda victoria de Tom Jelte Slagter en una etapa en la que volvieron a estar con los mejores Gorka y Jon Izagirre.