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Cavendish también gana sin guardaespaldas

Sin equipo ni lanzadores que le respalden en el Sky del Tour , el corredor inglés sufre más de la cuenta para batir a André Greipel en el primer sprint de Tournai

Cavendish también gana sin guardaespaldasFoto: efe

tournai. En la salida de Visé es fácil distinguir la bicicleta de Freire. Es la Canyon de color plata con detalles arcoíris que recuerdan sus tres títulos mundiales. También es la única en el Katusha que no lleva la pantalla del SRM, el medidor de potencia que hace ahora de ayatolá de los ciclistas modernos. Freire ya era un clásico cuando era joven. Así que, con 36 años, es improbable que cambie su manera de ser ciclista. "¿Ni siquiera por el cuarto Mundial o el oro olímpico que pondrían la guinda a tu carrera?", le preguntan. "La guinda ya me la comí. Mi carrera ya está terminada", responde con sinceridad.

Aunque con la de ayer en Tournai suma 21 victorias de etapa en el Tour, Cavendish es un ciclista joven, 28 años, y moderno que aún digiere los cambios, aunque ello suponga que el mejor esprinter del mundo, quizás de la historia, corra sin treno y afronte los finales de etapa como la de ayer solo, sin compañeros ni lanzadores que eviten que el viento le dé en el morro. A eso, a buscarse la vida en los esprines, se acostumbró Freire durante toda su vida. Ayer, el primer día en soledad, Cavendish sufrió para tumbar a Greipel, pero se revolvió de maravilla. También sabe ganar sin guardaespaldas.

Dicen que cuando se enteró de qué corredores formarían el nueve del Sky para el Tour, Cavendish pataleó como un niño pequeño y amenazó con no ir. Lo desmintió ayer cuando se lo preguntaron. "No es verdad", dijo. Dave Brailsford, el patrón del equipo, le respaldó. Contó que este Sky del Tour siempre estuvo pensado para hacer que Wiggins fuese el primer ciclista inglés en llegar de amarillo a París y que Cavendish no solo conocía y asumía esa idea y la certeza de que estaría solo en los esprines del Tour, sino que la apoyó ilusionado y quiso formar parte del equipo que puede entrar en la historia del ciclismo británico. Si eso es así, y parece que lo es, debe ser cierto también que las personas pueden cambiar.

También los cuerpos. Se trabajan, se moldean. Cavendish lo demostró ayer, sigue siendo el más rápido pero no es el mismo. Lleva meses tratando de ampliar su repertorio ciclista. Quiere ser más escalador, aunque no mucho. Solo lo suficiente como para superar el repecho del circuito olímpico que se sube nueve veces, la última, a 50 kilómetros llanos de la meta de Londres. Va en ese camino. Kerrison, preparador de nadadores y atletas y nuevo gurú del Sky, le ha hecho entrenar en montaña más que nunca; pesa cuatro kilos menos que hace un año porque su dieta se ha radicalizado y, por ejemplo, ha desaparecido el azúcar de su mesa; aunque no tenía opción de ganar más etapas ni el maillot de la regularidad, decidió terminar el Giro para endurecerse; y unos días antes de viajar al Tour ganó su primera vuelta por etapas.

En ese proceso de cambio, dicen que también ha perdido velocidad, que se dispara más despacio, que su SRM alcanza menos vatios.

Quizás sea porque gasta más. Solo, sin compañeros, además de provocar que los últimos kilómetros de ayer fuesen anárquicos, sin gobierno, salvo la tímida aparición en los últimos dos kilómetros del Lotto, el arcoíris no asomó hasta los últimos 500 metros. Surgió por la derecha y adelantó a una decena de ciclistas. Fue su primer sprint. Se colocó tercero, a rueda de Greipel. Había encontrado lanzador.

El alemán se levantó de la bicicleta a 200 metros, apretó los dientes, cerró el espacio de su derecha pegándose a la valla y agachó la cabeza mientras Cavendish sacó la calculadora, esperó y se disparó 100 metros después, por el centro de la carretera. Aún así, sufrió para superar a Greipel, que se resistió. La diferencia acabó siendo de solo media rueda. Muy justo. "Sin compañeros a mi servicio, todo es mucho más difícil", suspiró el ciclista inglés.

palabras con goss Tercero en el sprint entró el australiano Matthew Goss, que rápidamente, el corazón a mil revoluciones, ahogado en adrenalina, se fue a buscar a Freire, que está solo como siempre en los esprines y, además, busca su forma para más adelante porque también, como Cavendish, corre el Tour pensando en los Juegos Olímpicos. Goss le recriminó alguna maniobra y el triple campeón del mundo, que tiene el culo pelado, le plantó cara y con el dedo índice levantado le soltó un chorreo en inglés que iba sobre la falta de respeto y de cordura, jóvenes imprudentes. Fue el discurso nostálgico del viejo velocista. Luego, lo explicó: "Se creen que corren solos. No piensan en el peligro. Cada vez hay más caídas y es porque los jóvenes no tienen respeto", bramó Freire, uno que, a su edad, ya no piensa en cambiar.