viana. El cambio fundamental del ciclismo en pocas décadas, casi con el cambio de siglo, dice Marino Lejarreta, que lo fue todo en los 80, se mira pero no se ve. No es la bicicleta, ni las carreteras, ni los músculos de los ciclistas. Nada de eso. La revolución es interna y es, más bien, una involución. Un paso atrás. O dos. O todos. Ahora, dice la leyenda vizcaina, a los ciclistas jóvenes les falta sentimiento, amor por la bicicleta. Sin eso, sin la fe ciclista que mueve montañas, que las sube haga sol, llueva, nieve o granice, no hay nada. Nada, sin la pasión que cristaliza en los viejos ojos de niño de Iñigo Cuesta, 41 años, 18 temporadas de profesional, ciclista y maestro en el nuevo Caja Rural, un patrocinador tan antiguo como Marino. Fue su casa del 1987, 88 y 89. Le llamaban el equipo de la espiga. Después, desapareció. Rebrotó en 2010 y ha madurado enormemente con el anhelo de regresar a la Vuelta a España, la carrera de Cuesta. La ha corrido 17 veces consecutivas. Siempre desde que es profesional. "Tengo unas ganas enormes. Todo esto me recuerda a mis inicios en el Equipo Euskadi, cuando éramos jóvenes e inexpertos. Aquí empezamos casi de cero y vamos salvando obstáculos. Vamos superando las carencias lógicas de los proyectos que nacen y empiezan a crecer", explicó Cuesta. "La Vuelta es mi carrera, en la que más disfruto. La quiero volver a correr", dijo ayer en la presentación del equipo, en el estómago frío de la bodega Rioja Vega, entre barricas y aroma a viejos y buenos reservas como él. Le escucharon muchos, entre ellos Javier Guillén, director de la ronda estatal que en mayo anuncia las cuatro invitaciones para su carrera.
No habló de ello ayer Guillén. Se remitió a lo dicho anteriormente, allá por enero: "El Caja Rural tiene opciones de correr la Vuelta, lo que ocurre es que es un equipo que acaba de nacer y tenemos que ver su evolución. Queremos proyectos a medio-largo plazo en los que correr la Vuelta no sea la justificación para su existencia en su primer año. Me consta que no nacen solo con ese ánimo, que el proyecto es sólido, y por eso no está descartado, aunque lo tiene difícil porque solo tenemos cuatro invitaciones y muchos interesados". Geox, Andalucía-Cajasur, Cofidis y...
En el último hueco cabe el deseo de Cuesta. Y el del Caja Rural, que ya corrió tres Vueltas en su primera etapa profesional, entre 1987 y 1989. Y tres Giros y tres Tours. Aquel era el equipo de Marino, heredero del Seat-Orbea, y lo dirigía Txomin Perurena, al que aún le palpitan los recuerdos. "Fue una época muy grande. Caja Rural era un equipo impresionante", apunta. "Ganamos carreras importantes. Clásica de San Sebastián, Urkiola, Burgos, etapas en la Vuelta... Llegamos a ser el cuarto equipo del mundo. Fue una pena que en 1989 Caja Rural se retirase". "Aquellos fueron los mejores años", abunda Mateo Hermans, holandés, esprinter que, por ejemplo, ganó seis etapas en la Vuelta de 1988, otras tres en 1989 y una ese mismo año en el Tour. "Pero aquel Tour lo corrimos ya sin Caja Rural como patrocinador. Era un equipo espectacular que dejó huella. Teníamos a Marino, que era un lujo de compañero y, claro, de ciclista. Puro nervio. Lo teníamos todo. También clasicómanos belgas y holandeses. Fue mi mejor época. Marcamos época. La gente aún me lo recuerda".
Lo recuerda Floren Esquisabel, presidente del Caja Rural actual, patrocinador que roza las dos décadas. Se fusionó en 1992 en el más longevo C.C. Burunda, sociedad de cantera y segundo equipo estatal aficionado en resistencia. Lleva 29 temporadas. Cuatro menos que Cafés Baqué. De esa escuela navarra de ciclismo han salido 59 profesionales. El primero, Javier Mauleón. En el camino, Aitor González, que ganó una Vuelta. Los últimos, Gorka Verdugo, Egoi Martínez, Mikel Nieve... ocho de los nueve navarros que actualmente corren en Euskaltel-Euskadi. En 2009, Esquisabel propuso a Caja Rural el regreso al profesionalismo. "Así volvimos y fue, no se puede negar, un año de aprendizaje. Importante porque fue como empezar a andar". A andar vuelve a empezar el Caja Rural en 2011 porque como dice Mikel Azparren, manager deportivo del equipo, ser profesional, "100% profesional", exige un esfuerzo sobrehumano, trabajo de sol a sol, y cuidado y pulso de cirujano.
Artetxe al volante Todo, por consolidar un proyecto que se sustenta, antes que en nadie, en 20 ciclistas, jóvenes casi todos, talentosos como Javi Moreno, José Herrada o Diego Milán; en veteranos, viejos sabios apasionados como Cuesta, que pedalea, habla y, cada vez que lo hace, enseña. "Es un libro abierto", magnífica Esquisabel. La biblia ciclista. O no tan viejos, pero sí atentos, ágiles y rápidos como Aitor Galdos. O no tan jóvenes pero sí iniciados como Xabier Artetxe, director que debuta en profesionales después de muchos años maravillosos en aficionados, los seis últimos en el Seguros Bilbao, el equipo que revolucionó el campo amateur.
Todo ese esfuerzo, de sol a sol, insiste Azparren, por estar en agosto en la playa de Benidorm, en la salida de la Vuelta, "que es el objetivo prioritario porque eso supondrá seguir creciendo. De lo contrario, será un palo, claro, pero seguiremos trabajando". "Este no es un proyecto relámpago. No estamos de paso", dice Esquisabel; "trabajamos para devolver al ciclismo donde se merece". A los tiempos de Marino, Hermans y la Vuelta, un sueño ahora.