bilbao. En Aix-en-Provence gritó Picasso orgulloso aquel "soy vecino de Cezanne" tras adquirir el castillo de Vauvenargues y trasladarse a la tierra lánguida que acaricia el sol de primavera a otoño y que en verano desprenden sus mercados aroma a fruta madura. En Aix-en-Provence, ciudad de tránsito habitual del Tour, desembocó en la París-Niza un pelotón desparramado por el asfalto de puro maduro. Al sufrimiento puso énfasis su patrón, Contador, aturdido en meta, incapaz de observar el ciclista actual más clásico el entorno que inspiró a los artistas postmodernistas. "Ha sido una etapa del Tour, pero de las duras". Donde se esperaba una plácida llegada al sprint, un retrato de grupo, apareció sólo Peter Sagan, un fenómeno autor de un epílogo delirante.
Ocurrió lo que todos auguraron la víspera en Mende tras la enésima exhibición de Contador en la montaña. "La carrera empieza ahora", dijo el chico de Pinto escarmentado, conocedor de la dificultad que entraña sujetar a todos sus rivales, legión, situados además a un puñado de segundos, sobre el perfil de sierra por el que corren los ciclistas hacia Niza. Sin escuchar a Contador, sobre Mende, Valverde, Kreuziger, Luisle, Joaquim Rodríguez o Samuel, mascullaban su inconformismo. "Lo intentaremos, queda terreno", convenían retando al líder del Astana, al doble ganador del Tour que afronta las carreras como si se jugase el prestigio en cada pedalada. Tuvo que hacerlo ayer en serio, en lugar de viajar en butaca, como caminan los líderes en las etapas llanas protegidos por sus equipos, para neutralizar una inquietante avanzadilla compuesta por Joaquim Rodríguez, Kreuziger y Luis León. Llegó Contador y aplastó la revuelta.
Pero no llegó el sosiego. No hay tregua en la París-Niza. Prendió fuego al pelotón el Ag2r al oler la meta y el grupo se quedó en los huesos. Acabó de aniquilarlo Christophe Le Mevel en un repecho del que colgaba el cartel de dos kilómetros. A su rueda se soldó Peter Sagan, inopinado vencedor dos días antes en Aurillac, un chico de 20 años, eslovaco, especialista de ciclo-cross como lo era antes Roman Kreuziger y al que el Liquigas pretende llevar con la misma mesura que al checo. Sucede que a Sagan le desborda el talento y, desinflado Le Mevel, surgió con desparpajo juvenil. En el famélico grupo de favoritos tiritaban un puñado de almas, jerarcas todos, notables del ciclismo. Tiraron Luis León y Samuel, éste para Koldo Fernández de Larrea. Fue en vano. Resistió Sagan, extraordinario soldado en otra batalla de la París-Niza, que hoy escala el Col de Vence.