Suárez se desquita
El cántabro, sin suerte en el Estatal de Laredo, somete a Larrinaga y Murgoitio en Itsasondo
BILBAO. “¿Cómo ha encajado laderrota en Laredo?”, le preguntana Isaac Suárez horas después delEstatal de Laredo, donde hace unasemana le fue esquiva la fortuna-pinchó y le traicionó la mecánica y se hundió con estrépito. “Lascosas son así”, responde el cántabrocon sonrisa amable y levantandolos hombros en señal de inequívocaresignación, pese a serconsciente de que había perdidootra oportunidad de lograr un títuloque corre siempre más que él,pues ha sido tres veces segundo ydos tercero en las últimas seis ediciones-sólo este año se ha quedadofuera de la lucha por las medallas-.“No importa”, insiste Suárez.El fuego de la ira le crepita pordentro.
Algo de aquella rabia contenía elcántabro antes de posarse ayersobre el embarrado circuito deItsasondo. No era el único. MikelGaztañaga, uno de los mejoresvelocistas que ha dado el ciclismovasco en las últimas temporadas,se colocaba el último dorsal de sucarrera profesional para despedirseante sus vecinos. La suya esuna retirada prematura, como tantasotras, que escuece, a él especialmente.
“No duele sólo dejarlo,también la situación que vive elciclismo”, proclama el itsasondoarrael día de su despedida; eldel desquite de Suárez.
Fue ante Larrinaga, el poderosocampeón estatal a quien deslava elbarro. No acaba de asentar suindudable clase sobre el fango elalavés y, sin embargo, ayer se fajócorajudo ante Egoitz Murgoitio ySuárez. El de Abadiño volvió a pretenderhazaña, como aquella tardede Iraeta del Campeonato deEuskadi en la que su violento despegueahogó a Larrinaga. Seencontró esta vez, en cambio, conla resistencia del de Ametzaga y ladel herido Isaac. Ambos sujetaronla desbocada salida del vizcaino,vencido por el esfuerzo en las dosúltimas vueltas.
Sometido Murgoitio, se batieronen duelo Larrinaga y Suárez. Fueen la última vuelta. Entonces seexprimió el alavés, que se catapultóen una pendiente de asfaltoen la que su rival perdió el paso aldesprenderse el taco de su zapatilladel pedal automático. Otroinfortunio. Aunque mínimo. Porquese rehizo Suárez e ingresó enel último tramo embarrado condeterminación suprema. En esepostrero esfuerzo en el que lasenergías estaban aniquiladas,encontró amparo el cántabro en lamotivación. Corrió con las entrañas,atrapó a Larrinaga y le superópara lograr su undécima victoriade la temporada. “Tal vez, ysólo tal vez, la motivación ha sidodecisiva en ese final”, reflexionabaLarrinaga tras el esfuerzo, trasceder al fuego de Suárez, a suansia de desquite.