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El callejón de las botxerías

Vida y alegría en un pueblo fantasma de Bilbao Las Cortes

En imágenes: presentación de ‘Otro días más’ en el Manhattan de BilbaoJosé Mari Martínez

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Para no poca gente de Bilbao Las Cortes, es un pueblo fantasma, una tierra condenada al olvido. La vieja Palanca donde corría el champán como un torrente de diversiones se esfumó con el paso de los años y de la vida golfa. Aquel mundo cayó como si fuese víctima de un castigo divino y hoy quien pasa entre aquellas casas lo hacen con recelo y, si forman parte del vecindario, puede que con un punto de nostalgia. ¿Quién diría, de entre tantos, que iba a volver a aquel mundo en pleno 2025, donde ya apenas queda vida que suene a tango, golfa y arrastrada...? No parecía posible pero siempre hay un de nuevo. Hace no mucho el escritor noir Jon Arretxe paseó al detective Touré por aquellas calles canallas y ahora la escultora Lola Marquínez, bilbaina nacida en Oxford en 1976, licenciada en Bellas artes por la Universidad de Barcelona U.B., ha impulsado, con su exposición, la reapertura del club Manhattan, allá en el 19 de la calle Cortes (que curioso, tan cercano a la calle San Francisco cuando en la cartografía de Estados Unidos separan a los dos pueblo más de 4.000 kilómetros...) con la inauguración de su última exposición titulada Otro día más.

Compagina Lola su producción propia con la realización de talleres artísticos para diferentes organizaciones. Lleva nueve años impulsando la creación artística en procesos cercanos a la arteterapia con personas con daño cerebral adquirido, desde el taller de pintura de Atece Bizkaia, entidad que preside Eneritz Elgezua.

No es extraño colaborase en esa escena Lola, toda vez que su padre, Fernando Marquínez, es psiquiatra y psicoterapeuta con un largo recorrido en su carrera profesional. Acompañó a su hija en el club Manhattan que hoy dirige Luisa Íñiguez. Junto a ellos se encontraban Edu Mendibil, Irene Ortiz, Alex Ugalde, dibujante, ilustrador y diseñado; Óscar G. Picorel, artista polifacético, Txetxu Martínez, Kepa Loroño, Susana Ruiz, Maite Marquínez, Iker Atxa, Jorge Pérez; el pintor Norberto Nor Barrena; las arquitectas Nerea Zalbidea y Paula Burón; Itziar Bustingorri, Iñigo Madariaga, Itxaso Erkoreka; la atleta Ixone Egia, María Altuna, ilustradora y artesana ceramista y un buen puñado de gente amiga.

Lola usó una iluminación con luz negra. Las luces negras emiten rayos ultravioleta (UV), que no es visible a simple vista pero puede hacer brillar ciertos materiales. Entre estos materiales se encuentran las pinturas y pigmentos fluorescentes, que absorben la luz ultravioleta y la remiten como luz visible, lo que los convierte en una parte fundamental de arte de la luz negra. Se creó una atmósfera atractiva para los asistentes.

Darán fe de lo que les digo Matilde Marquínez; al artista Ignacio Sáez quien tomó aquellas clases de pintura que impartía Justo San Felices en Galdakao y ha expuesto en Nueva York; los artistas Josu Lafont y Txema Agiriano, especialistas en arte experimental; Aitor Ciarreta; el fotógrafo David Hornback (Los Ángeles, 1962) compartió un Premio Pulitzer con el equipo del San Jose Mercury News; Edurne Cortés; la pintora Aurora Suárez; el fotógrafo Carlos Gil, Felipe Uribarri , quien es artista, pintor, dibujante, fotógrafo e investigador científico; José Ángel Ruiz, Fran Arroyo; la artista basauritarra Pilar Olabarri, quien expuso tiempo atrás en la Taberna Mayor de San Miguel de Basauri, donde también mostró sus trabajos la propia Lola.

Salen ya los invitados del club Manhattan tras la celebración de la inauguración de la muestra. Les aguarda la noche de viernes en Las Cortes pero no se percibe temor alguno. Hablan y no callan de lo vivido en la fiesta y del trabajo de Lola que tanta expectación ha levantado entre las gentes de su círculo. Todo son elogios. Lola reaparecerá cualquier día de estos en el corazón de cuantos la admiran. La esperan.