Las noticias son como el pan: apetecen las recientes, las recién hechas. He ahí un mantra del viejo periodismo pero quizás nos estemos equivocando al creer que las noticias buenas ya no venden. La gente empieza a cansarse de tanta violencia mientras, al compás de ese desdén, crecen las nuevas enfermedades psíquicas, como si el ser humano se arrimase a los bordes de su precipicio. Y, ¡qué carajo!, también hubo, a lo largo de este 2024 que languidece, noticias buenas, más buenas que el pan.
El Hotel Carlton acogió anoche una nueva edición de los Berri Onak Sariak que entregó la Asociación de periodistas de radio y televisión de Euskadi, de la mano de Agustín y Patxi Herranz, dos hermanos que llevan un tiempo –ocho años ya...– en busca de una noticia buena con el empeño de aquel que entre los filósofos de la Antigüedad, Diógenes de Sinope, buscaba un hombre honesto con un candil. Han encontrado este año un puñado de historias que merecen la pena no solo recordar sino no olvidar.
Digamos, por ejemplo, otra lucha a brazo partido ha sido la de Amagoia y Asier Loroño. Le vieron nacer y le hicieron grande el viejo sueño de su padre, Josu Loroño, la Orquesta Sinfónica de Acordeones de Bilbao (BAOS) que, a caballo entre este año y el pasado, recibieron la medalla de oro al mérito de las Bellas Artes. Las palmas de los presentes batían al compás de los fuelles de un acordeón. Para entonces, la tarde ya había dado paso a la noche y Marta Uriona, cantante de La Voz en el presente curso y psicóloga del Athletic, animó el arranque con una hermosa versión de All I Want for Christmas Is You, villancico al que le dio vuelo Mariah Carey. La gente presente en el hotel disfrutó de lo lindo.
Los 250 años de vida de la Santa y Real Casa de la Misericordia (en su inauguración “una mañana fría llegó Carlos Tercero y con aire insigne, se quitó el sombrero”, hubiese cantado Ana Belén...) se han cumplido este año. Vicente María del Arenal recogió los parabienes por todo cuando han hecho, al igual que Juan Ignacio Goiria hizo lo propio al alabarse los 185 años de la Sociedad Bilbaina, por cuya efeméride pasó, incluso, Felipe VI. La alcaldesa de Getxo, Amaia Agirre, en nombre de las maravillas obradas en Punta Begoña vinculadas a las Jornadas Europeas del Patrimonio, recogió el glardón mientras que Itziar Urtasun, emisaria de la villa para la gala, se hizo con la distinción a Bilbao, plató de cine. Se agasajaron, a su vez, dos trabajos bien hechos, los de Juan Ignacio Vidarte y Txema Soria (se llevaron sendas makilas...), y ¡cómo no! la presencia de Iribar hizo recordar a los presentes el vuelo de la gabarra. La gran noticia, hasta el punto que el propio Agustín Herranz recordó que París llevó a los Juegos Olímpicos al Sena y... ¡hubo menos gente en las orillas!
Entregaron los premios la propia Itziar Urtasun, Marino Montero, el arqueólogo Luis Valdés y la gerente del Puente Colgante, Marta Uriarte; Ramón Barea, quien aprovechó la ocasión para recordar que en la próxima edición de los Goya habrá mucho cine vasco; la historiadora María Jesús Cava, Álvaro Parro en nombre de Laboral Kutxa y la diputada foral Leixuri Arrizabalaga.
Testigos de todo cuanto les cuento fueron músicos como Kepa Junkera, Kike Pérez e Iñaki Basabe; Álvaro Ortega, de Docor Comunicación, José Ramón Taranco, Andoni Goikoetxea, Manolo Delgado, Amaia Goikoetxea, decana del Colegio de periodistas vascos, Susana Díaz, toda una loba de mar, Yolanda Aberasturi, Idoia Odriozola, Manu Suárez, Luis Eguiluz, Lorena Zabala, Javier Gutiérrez, Alberto García Erauzkin, Cristina Maruri, José Antonio Cayon, José Mari Amantes, Piru Azua, Olga Zulueta, Héctor Sánchez, Tomás Sánchez, Arturo Trueba, Boni García y un buen puñado de hombres y mujeres con ganas de disfrutar con las noticias, que no es común.