Abrío las espuertas la santabárbara del Arca de Noe del buen gusto y a bordo subieron 45 expositores de vino de 15 denominaciones de origen distintas; stands gastronómicos de delicatessens (jamón de jabugo, atún rojo salvaje de las almadrabas, ostras con renombre de ser “las mejores del mundo”, anchoas y otras delicias en conserva, embutidos vascos y alemanes, aceites tan apreciados como el oro líquido y otras gollerías...), cervezas, cafés italianos y destilados. Algo quedará por nombrar en la carta de embarque pero ya se van haciendo una idea.

A uno se le abrían los ojos como platos y se le hacía la boca agua merced al vino. Tantos vinos mayúsculos, tantos manjares, que uno de esos anillos rojiblancos parecían una de esas joyas del universo: uno de los anillos de Saturno, pongamos por caso. Les hablo de la 8ª muestra gastronómica Basterra & Vinoarte que se desplegó por unos de los espacios VIP de San Mamés. Hoy seguirán en pie allí. José Gondra, el dinamizador del encuentro, iba y venía atento a que nada fallase, nadie pasase hambre, nadie muriese de sed.

Fue un encuentro entre productores y hostelería. Entre tanto y tanto bueno había un puñado de historias aspirantes a los viejos laboratorios de curiosidades de antaño. Por ejemplo Bertol Izagirre, de la bodega Gorka Izagirre , presentaba un vino elaborado en su totalidad con uva Hondarrabi Zerratia; Patxi Diestro, de Sierra Cantabria, cantaba los aleluyas de vinos nacidos en bodegas de más de cien años de vida; Roberto Matín cantaba las excelencias del ronqueo del atún salvaje de las almadrabas mientras María Jesús Márquez lanzaba alabanzas a los ultracongelados de Atún Gadira que obran el milagro de la resurrección de ese atún salvaje, como si todavía estuviese fresco o Guillermo Miranda, el sumiller de Waman, el restaurante vasco peruano de Deusto al que le sacan cantares de aleluya. A Guillermo, sin ir más lejos, le alabaron ayer mismo el vino tinto que sirve con matices de... ¡pimientos!

A la cita acudieron, como les dije, José Gondra, gerente de la empresa; Enrique González, María Andrada, sirena de ostras Amelié, José Ramón Calvo y Bertol Izagirre; Koldo Zuloaga, amo y señor de las anchoas, Luis Pesquera, José Luis Gobantes, Rafa Soto, Asier Dañobeitia, Iñaki López de Ahumada, Aitziber Zubiri, Ibon Ibáñez, Hugo Pulpeiro, Enrique Thate, Joanna Ordóñez, Eider Miguel, Carmelo de Nicolás, Igor Barroso, Alicia Porro, Elizabeth Méndez y Aitor Magunagoikoetxea, entre otros.

Testigos de todo cuanto les cuento fueron Peru Zaballa, Adela Etxaniz, Mónica Peláez, Juanma Díez, burgomaestre del Mugi; José Pereda, contramaestre del Huevo Frito; Jon de Miguel, maestre de Taberna Plaza Nueva; Imanol Mancha, Marco Blandi, Santiago Ansareo hijo, Elías Enrique, Luis Vaños, Asier Loroño, emisario de la Orquesta Sinfónica de Acordeones de Bilbao; Javier Bengoetxea y otra mucha gente que paseó por las mil y un maravillas que se exponían en el arca.

Junto al atún del que les hablé estaban, además de los ya citados, Juan Manuel Cardoso y Josu Guerrero, Unai Paredes, Sorkunde Longarai, Jon Villanueva, Josune Ruiz, Xabier Cuellar, Rafael Larrea, Gonzalo Sáenz de Samaniego que fuera consejero de Agricultura, Pesca y Alimentación durante varios gabinetes del lehendakari Juan José Ibarretxe; Aitor Mendizabal, Roberto González, Juanan Bilbao y un buen número de asistentes que se regodearon, qué sé yo, con una exposición de maquinarias o el estand Gallaecia, todo ello con un objetivo que le dio vuelo al encuentro: ayudar a la Asociación Síndrome de Williams, el trastorno genético raro que hace a los niños demasiado extrovertidos Estas características, que de jóvenes los hacen adorables, de adultos les traen dificultades sociales, porque la gente no sabe cómo reaccionar. Una ayuda siempre viene bien.