AÚN no se había encendido Amaia Aseguinolaza el habano de buen calibre con el que se prendieron los cohetes frente al Café Iruña. Pero ya le había tenido que dar a un hombre mayor, menudo y con gorrilla, uno de los pañuelos encarnados que aguardaban en una caja junto a los txupines. El resto de quienes lo intentaron fueron reprendidos. “Hasta después del txupinazo no hay pañuelico”, decían los entendidos. Contó Roberto López que el afortunado “tenía hora en el médico a las 12.00 y no iba a poder estar; es El Manquillo de Urazurrutia, muy aficionado a los toros, a algún novillero hasta le llevó los trastos de torear”.

Amaia, su hermano, Gaizka Aseguinolaza, y Jon Ruiz, de La Salve, además de un buen número de personas, muchas con camisa blanca y algún detalle sanferminero, aguardaban la hora del Angelus y la llegada de la nutrida representación de la corporación municipal. Con el alcalde, Juan Mari Aburto, en cabeza, se acercaron, girando desde Ibáñez de Bilbao, Amaia Arregi, Nora Abete, Yolanda Díez, Esther Martínez o Paula Garagalza.

Tras los saludos, ocuparon los munícipes sus lugares junto al txupin. Los fotógrafos se hicieron hueco entre la muchedumbre. Tensión. El personal se miraba el reloj, Amaia Aseguinolaza tiraba del habano, pasaban los segundos lentamente, silencio. De repente, móviles arriba, habano al alcalde, brasa a la mecha, zumbido, humo, explosión y fanfarria a toda marcha. Gritos de ¡Gora San Fermín! Aplausos. Hasta seis personas lanzaron su txupin. Una de ellas, Julio Alegría, todo mostacho, ropa blanca, pañuelo rojo y habano propio.

Después del último cohete comenzó el apocalipsis sanferminero. Coincidió que ya se podían coger pañuelicos y también botellines de La Salve del cubo helado, con la feliz circunstancia de que salieron los camareros del Iruña con bandejas llenas de pintxos de txistorra. No había manos para todo. Aquello se transformó en el metro de Tokio en hora punta. Solo que con la fanfarria Kuklux de Portugalete tocando No te vayas de Navarra como si no hubiera un mañana.

Un paso más atrás estaban Mireia Zarate, presidenta de la Fundación Sabino Arana; Iñaki Iriarte, quien fuera primer director de DEIA y también director de La Hoja del Lunes; Yolanda del Hoyo, directora de relaciones públicas de Aranzazu Hoteles, o Beatriz Marcos. Acudieron Juan Charroalde, Iñaki Basabe, Francisco Martínez, Ernesto Acasuso y Txomin Marín, que quedan desde hace medio siglo para celebrar una comida. Les unió la mili en Jaca.

El navaro Javier Lakunza vivió el txupinazo con los brazos en alto sujetando una bufanda contra la UEFA por la sanción que deja a Osasuna fuera de Europa. No faltaron Marta y Yolanda Martínez Poyo, de Tudela; María Ramírez, de Iruñea, o Morela Urdaneta.

El Café Iruña, que cumple 120 años, sigue teniendo mucho tirón.