ERA tanta la expectación, tan alto el deseo de escuchar la voz de la poeta nicaragüense Gioconda Belli, con un puñado de gente arremolinándose en la puerta sin entrada como si fuese una final de la Champion’s League, que se diría que iba a recitar una santa laica. Daban ganas de gritar ¡Bendita sea su estampa! En la puerta principal de entrada a la biblioteca de Bidebarrieta, fumándose un par de cigarros, dos jóvenes acababan de enterarse que para acceder al salón de actos a escuchar a Gioconda (insisto, cualquiera diría que era la mismísima modelo de Leonardo da Vinci...) era necesario haber retirado una entrada. No tenían. Y una le decía a la otra “subamos, a ver si no hay moros en la costa”. La ilusión se deshizo como un espejismo en los primeros peldaños de la escalinata, abarrotada. Y a mi memoria vino aquel susedido que escuché en cierta ocasión. Suena el teléfono. “No, no aquí no es. Tiene que llamar usted a la Comandancia de Marina. Sí, sí a la Comandancia de Marina” y cuelga. Ella le pregunta ¿Quién es? y le responde el marido: “Uno preguntando que si hay moros en la costa”.

Viendo el gentío arrimolinado en el arranque del certamen BilbaoPoesía 2023, cualquiera diría que esta vigésimo cuarta edición del festival tiene como tema central la soledad. La soledad bajo sus múltiples formas: la de los exiliados, los refugiados, los duelos, la soledad de las guerras, incluso la soledad buscada y deseada marcará los pasos de estos recitales y encuentros. La soledad que a veces duele y que en ocasiones puede convertirse, abracadabra, en un “divino tesoro”, como la juventud de aquel verso.

El recital de Gioconda, presentado por Elena Sierra, llevaba el título de uno de sus libros, Furiosamente piel, con que recorre su vida idea a idea, verso a verso. Oigamos algunos de sus pensamientos. “¿Cuántos tiranos alcanzan en una vida? Afortunadamente, la historia demuestra que las tiranías pasan. No hay duda de que Nicaragua ha sido un país castigado numerosas veces. Solo en mi vida yo viví un terremoto desolador, dos dictaduras, varios huracanes, volcanes que entran en actividad y el fuego ardiente de una política destructiva. No sé dónde poner este país de mi alma para que nadie más me lo golpee.”

Sí pudieron entrar al recital José Fernández de la Sota, Patricia Astorkiza, Ana María Juez, Fátima Iturrieta; poetas y rapsodas como Fernando Zamora, José Luis Cuesta y Belén Azkarate entre otros, Olga Sierra, Idoia Pérez, Enrique Domínguez, Cristina Fernández, Humildad Rodríguez, nombre lírico donde los haya, Silvia Iris, Miren Sainz, Zuriñe González, Rosi Celada, María José Silvosa, Itizar Mazas, Maite Ramón, Charo Sanz, Andrés Gutiérrez, María Herranz, Malen Isasi, Paula Zhu, Joseba Igartua, María Ángeles Pérez, María Jesús Bengoetxea, Carmen Zarate, Idoia Martin, Mar Ortega, Elena Rodríguez y toda una corte de gente poética.