SE hizo la luz en ese paseo a la acuarela que nos propuso la artista Elena Ciordia, allá en la biblioteca de Bidebarrieta, casi al tiempo que se oscurecía la tarde en el Club Cocherito de Bilbao el día en que se homenajeó a Antonio Bienvenida, el Papa Negro, en el centenario de su nacimiento. Claridad y tarde encapotada, ya ven. Las dos instituciones vecinas y sendas historias tan dispares. Distintas pero ambas forjadas con la misma materia prima: la emoción.

Es la reina de las aguas. De sus manejos, quiero decir. No en vano, Elena Ciordia es una acuarelista de primera que ahora navega por los ríos de la ilustración con la maestría de una capitana en el Amazonas. Ayer lo demostró de nuevo con la presentación de su última obra, Bilbao, un paseo en acuarela (Ediciones Beta) que contiene más de 50 ilustraciones que recogen los edificios y rincones más emblemáticos del Botxo. La plaza Nueva y el Teatro Arriaga; los jardines de Albia o la basílica de Begoña; el mercado de la La Ribera o San Mamés... ¡Qué se yo! Se trata de una serie de acuarelas que intentan captar la esencia de la villa, aquello que la hace inolvidable para todos cuantos viven en ella o la visitan. Imágenes que pueden convertirse en semblanzas para el recuerdo de quienes lo conocieron de cerca o artículos de regalo para quienes se quedaron boquiabiertos al conocer tales rincones.

Junto a la autora en la presentación en la biblioteca de Bidebarrieta se sentaron Gonzalo Olabarria, concejal de Cultura y Gobernanza del Ayuntamiento, y María Jesús Cava , doctora en Historia Contemporánea y Moderna. Pasearon por las ilustraciones con soltura. Testigos de todo cuanto les cuento fueron la familia de Elena, su compañero de vida, Santiago Mintegi y los hijos de ambos, Olatz y Asier Mintegi; su madre, Mari Sol Domínguez Mañaricus y su hermanas Laura y Mirta Ciordia; Julen Amondarain, Antonia Delgado, José Miguel Ibarra, Maite Monedero, Zuriñe Marrodán, Julio López Bayón, especialista de Hospitalización a Domicilio Pediátrica, Amelia López Pereda, Marie Pierre Decori, Ignacio Villota, tío del propio Gonzalo Olabarria; Mike Vidal, Alfredo Martínez de Osaba, Pilar Martínez; los concejales Jon Bilbao e Iván Calderón, Mari Carmen López, Begoña Zarate, Maribel Ezkerra, Rosa Largo, Fernando Laso, Mari Luz Castro, José Manuel Azkona, José Ángel González, Verónica Aranguren, Ángela Marín y así toda una corte interesada en el arte de Elena y en la belleza iluminada de Bilbao, tan distinta de aquella otra belleza gris.

Lo que les decía. La tarde tuvo otra cara muy cerquita. Allí en la calle Nueva abrió las puertas de su sede el Club Cocherito de Bilbao que preside Sabino Gutiérrez para rendir homenaje a Antonio Bienvenida, el Papa Negro, uno de los grandes toreros del siglo XX, en el centenario de su nacimiento. A la cita acudieron su hija Paloma Mejías –Bienvenida era un apodo, sus apellidos venezolanos eran Mejías Jiménez...– y su nieto, Gonzalo Bienvenida. Les acompañaron en la cita dos socios cocheristas vinculados a la familia Bienvenida, Alfonso Carlos Saiz Valdivielso y Leopoldo Sánchez Gil, expresidente del Club; Pedro Hernández; la historiadora Laura del Rey, Marcelino Gorbeña, María Luisa Bernuy, Carmela Vicario, Txema Rodríguez ; el sacerdote Luis Bollain, tío de la cineasta Itziar Bollaín y hermano de Juan Sebastián Bollain, quien rodó la película Belmonte, Teresa Querejazu, quien legó a la familia Bienvenida una foto de los años sesenta cuando Antonio toreaba en Vista Alegre y la propia Teresa era su madrina; Rafael Ferrer, Rafael de Asua, el fotógrafo Manu de Alba y un puñadito de gente más que se acercaron al club. Algunos, para avivar el fuego de sus recuerdos. Otros para escuchar las andanzas de Antonio a lo largo de los años. Disfrutaron de lo lindo con ese paseíllo histórico.