ARA los ignorantes, como quien esto escribe, era un don nadie, para quienes conocen la buena música y compadrean con los grandes intérpretes, es todo un donjuán. No en vano, Ignasi Cambra, el pianista que ayer interpretó el primer recital del año en el Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga, de Sarriko, ha tocado en escenarios tan prestigiosos como el Teatro Mariinsky de San Petersburgo, L'Auditori de Barcelona, el Palau de la Música Catalana, el Gran Teatre del Liceu, el Weill Recital Hall del Carnegie Hall, de Nueva York; el Kennedy Center de Washington DC, de las Naciones Unidas, el Hahn Hall de Santa Barbara y el Minato Mirai Hall de Yokohama, entre otros. No es que pudiera decirse eso tan viejo y usado de "algo tendrá el agua cuando la bendicen". Es que su música es agua bendita.

El recital de Ignasi, invidente e inseparable de su perro lazarillo, Aventure(durante los ensayos y la interpretación lo cuidaba Keiko Ueno...), espolvoreó sobre el auditorio piezas de Frédéric Chopin (Impromptus op. 29, op. 36, op. 51 y op. 66 post); Aleksandr Skriabin (sonata núm. 2, op. 19) y Johannes Brahms (Intermezzi op. 118 y Rapsodias op. 79), un programa que, según aseguraban los asistentes, era toda una delicia. Así sonaba incluso en los preámbulos, cuando el intérprete ensayaba de lo lindo y el auditorio, aún vacío, se empapaba con los acordes.

Bajó a dar la bienvenida Maite Aurrekoetxea, directora del Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga, acompañada por Arrate Monasterio y Jon Urdapilleta. Se dieron cita en el vestíbulo del conservatorio, donde todo eran saludos de reencuentro (era el día de la reapertura: las primeras clases del año...), expectación por el recital y un incesante trajín de instrumentos. No había, eso sí, instrumentos de viento. No volverán las clases de este tipo hasta finales de enero. El covid está al acecho entre ellos. No en vano, estaban suspendidas las clases de banda, big band, práctica instrumental viento madera, práctica instrumental viento metal, coros de profesional, ensemble de oboes y fagotes, ensemble de flautas, ensemble de metales, ensemble de saxofones y la sección de viento de la orquesta sinfónica. "El viento está envenenado", decía, sotto voce, Javier Alonso.

Con todo, entre los asistentes al recital, la gente que iba y venía de clase y los progenitores que acudían a recoger a los más jóvenes todo era un maremagnum de gente amante de la buena música. Entre ellos se encontraban Miren Blanco, Mikel Arteta, María Forteza, Iñigo Cea, quien esperaba al joven Edur Cea tras sus clases de cuerda; Janire Valín, Mayra Gallem, también con un instrumento de cuerda en la mano; los pequeños Julen y Pau Herrazti, junto a Raquel Jiménez, Javier Alciturri, Alicia Ortega y las jóvenes Ibone y Lidia Sardón, Paula y Nora Romero, Aitziber Pastor, Miren Etxebarria y un buen número de gente feliz.

Junto a una pared de la que salían unos bancos corridos se daban la bienvenida Mikel Kaye; la viola, Maite Gandia; el actor Aitzol Iraola y el violín, David Sota, saludándose con gran efusión. Muy cerca pasaban Marta Jiménez, Nerea Hernández y Ainhoa Zarate, asombradas del revuelo; Javier Urizar, Gorka Martínez, Izaskun Mendizabal, Ander Mendieta y Oskar Uribe entre otros. Unos iban al recital, otros a casa y otros a clase. Algunos sabían que Ignasi formó parte del reducido grupo de alumnos que integran el Toradze Piano Studio, tutelado por Alexander Toradze, hecho que lo acercó a la figura de uno de sus principales mentores: Valery Gergiev. En 2013 ingresó en la que está considerada la mejor escuela de música del mundo, la Juilliard School de Nueva York, para realizar un máster de piano con Jerome Lowenthal y Matti Raekalio. Ya en Catalunya estuvo como artista residente en La Pedrera en 2015 junto con la pianista Maria João Pires. Hoy vuela solo.

El pianista Ignasi Cambra protagoniza el primer recital del año en el Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga

El conservatorio regresó a sus clases, con la excepción del instrumental de viento, que no se activarán hasta finales de enero