N las páginas de curiosidades de la historia se describe sus orígenes profanos. En realidad, el roscón de reyes tiene su origen en el siglo II a.C. cuando se celebraban Las Saturnales, un festejo pagano en honor a Saturno, el dios de las cosechas. Todas las personas, tanto ricos como esclavos, celebraban el final del periodo más oscuro del año y el inicio de un tiempo lleno de luz. En aquella época era frecuente preparar diversos platos para la celebración. Entre todos el más popular era una torta a base de miel en la que se introducían algunos frutos secos, dátiles e higos.

Un siglo más tarde, a esa misma torta se le incluyó un haba, símbolo de la prosperidad y la fecundidad en aquel momento. De esta manera, aquel que encontrara el haba se le auguraba buena prosperidad para el resto del año y fungía como rey de reyes durante un breve periodo de tiempo. Sin embargo, la tradición no duró mucho porque cuando la religión cristiana asumió el poder y las celebraciones paganas como Las Saturnales fueron desapareciendo, la costumbre de comer la torta con haba también desapareció, aunque no por mucho tiempo.

Tiempo después regresó a las mesas de España, de la mano de Felipe V, y de Francia. Sin embargo, ya no era la misma torta y en vez de incluir solo habas, también se le incorporaban monedas de oro. Así, quien encontrara las monedas ganaba el premio, mientras aquel que encontrara el haba era considerado un perdedor y, por lo tanto, se le auguraba mala suerte durante todo el año. Se afirma que la idea de introducir una moneda fue de un cocinero de la corte francesa, que por aquel entonces quería sorprender al pequeño Luis XV.

Regresemos al ayer más inmediato. El reparto del roscón solidario de Cáritas retornó a la Plaza Nueva de Bilbao, tras su última edición en el Museo Vasco. Pero fue, también, un evento adaptado a la situación derivada de la pandemia. El tradicional reparto del roscón, que este año cumple su XVIII edición, se hizo en formato para llevar, lo que aligeró las colas pero impidó que se repartiesen, al módico precio de un euro, las 1.200 raciones previstas, extraidas del roscón de 300 kilos. Para su elaboración se mantuvo la receta tradicional y fueron precisos más de 140 kilogramos de harina, más de 25 kg de azúcar, 37 kg de mantequilla, 55 docenas de huevos, 13 litros de agua de azahar, 13 kilos de levadura, otros 20 kilos de frutas confitadas para su decoración y 3 kilos de sal.

Cáritas Bizkaia, presidida por Carlos Bargos, en colaboración con la Asociación de Comerciantes del Casco Viejo, institución que gobierna Rosa Pardo, organizó esta XVIII edición del roscón solidario de Bilbao elaborado, un año más, por la Asociación de Panaderías de Bizkaia, con Pilar Alonso al frente, en coordinación con Lapiko Catering y LogiFrío Bilbao mientras que Café Iruña Catering apoyó el reparto de raciones de chocolate, con ingredientes donados para la ocasión por Kaiku (leche) y Baqué (cacao). El acto se sujetó en el patrocinio de Laboral Kutxa (José Ramón Taranco al aparato...), y también en la participación de decenas de personas voluntarias de Cáritas Bizkaia, que se encargaron de la distribución.

Fue, como acostumbra, todo un espectáculo. Del mismo disfrutaron el teniente de alcalde, Alfonso Gil; la diputada Teresa Laespada; el obispo de Bilbao, Joseba Segura, Sergio Murillo, Juan Ibarretxe; Gontzal Suances y Galder Reguera, en nombre del Athletic; Mikel Torre y Leire Gaspar, en nombre de Bilbao Basket; Oihane Agirregoitia, Alfredo Ortega, Óscar Seco, Luis Arbiol, Susana Alaguero, todo un volutariado formado por Manoli Rodríguez, Raquel Sánchez, Yolanda Aldarsoro, Marian Solorzano, Amelia Saénz, Martín Rojas y Paco Hernández, entre otros y la legión golosa del pueblo de Bilbao.

El roscón solidario de Cáritas repartió, en la mañana de ayer, 1.200 raciones ‘para llevar’ en la Plaza Nueva

El tradicional reparto, que cumplía ayer los 18 años, mantuvo su habitual destino: los programas infantiles de Cáritas