ECUERDO habérselo leído a un artesano de la vida alegre: Charles Chaplin. "Ríe y el mundo reirá contigo; llora y el mundo, dándote la espalda, te dejará llorar", dijo, con asombrosa clarividencia. Trae la marea hasta esta orilla esta sentencia mecida en el oleaje del ir y venir de los fuelles del acordeón, en uno de los recitales propios de estas fechas que organiza la Orquesta Sinfónica de Acordeones de Bilbao- Bilboko Akordeoi Orkestra Sinfonikoa (BAOS), con 55 años ya sobre la escena y el mismo aliento artístico que exhala para dibujar, entre quienes les escuchan, una sonrisa en el rostro y un puño prieto de emoción en el corazón. Con Amagoia y Asier Loroño en la cabina de mando la orquesta desenfundó ayer los primeros dos conciertos de Navidad tallados con la gran música popular.
En ocasiones era un brisa, y en otras, un vendaval, según ordenase la todopoderosa batuta de Amagoia Loroño, directora de la Orquesta Sinfónica de Acordeones de Bilbao, como si fuese una descendiente de Eolo, el dios del viento de la mitología griega. En ocasiones sobrecogió y en otras, como les decía, despertó al encogido dios de la diversión. No hay porqué condenarse al ostracismo por mucho que vivamos tiempos retorcidos como rama de sarmiento. Es el espíritu alegre de la BAOS el que ayer nos sacó de los días oscuros.
Sobre el escenario todo fluyó con la fuerza de una tempestad. Allí entraron en juego Joseba Solozabal y Agurtzane Bilbao, ambos encargados de presentar un tradicional concierto, Navidad. Entre fuelles y amigos, que mantiene en pie la tradición, el culto a la belleza y el son vibrante que inunda toda la estancia, allá donde toquen. Porque eso es innegable: no hay contratiempo que les dibuje una mueca de disgusto.
Entre quienes tocaron con mano firme se encontraban Maider Astigarraga,Jaime Monasterio, Jon Ander Acevedo, Eneko Loroño, Aimar Pagonabarraga, Naroa Loroño, Ainhoa Ormaetxe, Ilune Uriarte, Naroa Ormaetxe, o Isabel Martínez entre otros. Cada cual con sus aptitudes, con su sentimiento a flor de piel. ¡Estira y encoge, estira y encoge! Ese fue el vaivén de la tarde, arriba y abajo, que emocionó a la concurrencia que, pese las vicisitudes y los exigentes controles del covid, acudieron con interés y admiración a este recóndito rincón donde todavía florece un hermoso ramillete de fuelles regados con el agua de la inspiración.
Viajemos a los momentos previos al concierto. Allí se dieron cita el subdelegado del gobierno, Vicente Reyes, Maite Lozano, Alfonso Carlos Saiz Valdivielso, María Luisa Bernuy, Carlos Vázquez, Mikel Bonilla, Esther Vázquez; Loly Rubio y Sahara Vicente, integrantes de la Asociación Artística Vizcaina, Gabriel Rodrigo, Ana Izquierdo, Álvaro Sánchez, María Jesús Cava, Federico Iturriaga, Santiago González, María Sagrario Olabarri, José Antonio Urkiza, Feli Astiza, Milagros Iza, Txema Muguruza, José Ramón Urizar, Beatriz Gorostiaga, Isabel Aranburu, Inés Uriarte, Isabel Gabika, Gonzalo Marín, María Jesús Elorriaga, María Begoña Benito, Puri y Boni Blasco, Maite Goienetxea, Enara e Ibai Monasterio, Gorka Muñoz y un buen puñado de melomanía, inasequible al desaliento que nos rodea.
Entre ellos una voz me chistó una vieja anécdota. La madre de quien fuera uno de los grandes artesanos de acordeones que ha conocido el mundo, Nazareno José María Anconetani, inventó un eslogan chévere, sin tener estudio de marketing alguno. Decía, si no me falla la memoria, algo así como "para violines, Stradivarius. Y para acordeones, Anconetani, porque son extraordinarius". Esa misma cualidad tiene la orquesta que ayer se desplegó a orillas del año que se nos va, allá en la Sala BBK, donde se mantiene firme el pulso para que Bilbao no pare. Enhorabuena a todos.
La Orquesta Sinfónica de Acordeones de Bilbao celebra su tradicional concierto de Navidad, 'Entre fuelles y amigos'
La Sala BBK se pobló de gente admiradora de una institución que ya ha cumplido 55 años de trayectoria profesional