ESDE la cuna, Francisco de Quevedo (1580- 1645) estuvo cerca del poder. Su padre, Pedro Gómez de Quevedo, fue secretario particular de una hija de Carlos V y más tarde de la reina doña Ana, mujer de Felipe II. La madre de Quevedo, María de Santibáñez, era dama de la reina. A los 6 años, Quevedo ya era huérfano de ambos, pero por generosidad del monarca el niño se educó en la corte y en palacio, o muy cerca de él. Quevedo se hizo reconocido en el ambiente cortesano, plagado de hidalgos oscuros, empleados y especuladores, así como en el de las academias, justas y certámenes de letras, donde midió su ingenio y sarcasmo con enconados rivales -Góngora, Ruiz de Alarcón, Pacheco de Narváez y Juan Pérez de Montalbán, entre otros- que caricaturizaban su poesía, su fealdad, su miopía y su cojera. Muchas anécdotas de lances, aventuras y desplantes se fueron añadiendo a su biografía, de forma que es difícil separar al escritor de su imagen picaresca y desenfadada ¿Es Quevedo, el Quevedo que ríe, rey de la poesía satírica y burlesca del Siglo de Oro...? Uno diría que está cerca del trono.

A él le recitaron ayer, como a otros tantos, habida cuenta que el citado siglo ambarino y mordaz estaba plagado de ingenios, en las Tertulias Poéticas de los Martes en Bilbao, que la Asociación Artística Vizcaina convoca desde el 18 de febrero de 1992, ya hace 29 años. Es vieja costumbre, recordaba ayer mismo en el Palacio Yhon Marino Montero, uno de los guardianes de las tradiciones bilbainas, festejar el genuino espíritu del Carnaval entre versos. Es por ello que llevaban años organizando la ya tradicional Mascarada poética, del Martes de Carnaval, festejo que no han podido organizar este año por las estrecheces del covid. No se rindieron. Así, dedicaron la sesión del 23 de febrero de este 2021 al recitado de poemas satíricos y burlescos, de los que tan brillantes muestras nos dejaron los grandes autores del Siglo de Oro. Loly Rubio, una de las voces más constantes de la cita, llevó las riendas de la tarde, cojitranca de asistentes.

Nadie cayó en el desaliento. No en vano, dio la sensación de que esa conjura de los dioses de la risa suelta llamaba la atención a quienes se acercaron a la cita. Comenzaré diciéndoles que unos metros antes del Palacio Yhon, donde acostumbran a reunirse los poetas desde hace diez años -eso asegura el poeta Fernando Zamora y antes lo hacían en el descalabrado Café Boulevard...- donde Juan Bas y Xabier Lapitz hablaban agarrados a la cintura de un vino de media tarde. O que dos txikiteros tradicionales de la calle como Pedro Gallo y Juan Arandia ponían lírica a la tarde al recordar que fue Juan quien impulsó la colocación de la baldosa con la cruz, a los pies de la Amatxu de los Txikiteros, para ubicar el archifamoso "único rincón del Casco Viejo" desde el que se atisba la basílica de Begoña.

Digamos que la de ayer fue la Novena sesión de su trigésimo Ciclo Anual y Jornada 1.032 del total de las celebradas desde el inicio de este singular periplo poético. A la cita no faltaron el presidente de la Asociación Artística Vizcaina, José Ramón López, Misere Josephe; el psiquiatra Florencio Moneo, María José Domínguez, María José Prado, Dorita Bustos, Mari Carmen Díaz, Carlos Ruiz de Alegría, Isabel Codón, Ana María García, Rosa María Ibáñez y apenas un puñadito más. Camino del texto que hoy les entregó recordé aquel soneto burlesco sobre Diana cazadora, atribuido a Diego Hurtado de Mendoza y que comenzaba diciendo algo así como "Señora, la del arco y las saetas,/ que anda siempre cazando en despoblado,/ dígame, por su vida, ¿no ha topado/ quien la meta las manos en las tetas?/ Andando entre las selvas más secretas,/ corriendo tras algún corzo o venado,/ ¿no ha habido algún pastor desvergonzado/ que le enseñe el son de las gambetas?".

Las Tertulias Poéticas de los Martes en Bilbao dedican su singular sesión del 23-F al recitado de poemas satíricos y burlescos

La decisión suple la ya tradicional 'Mascarada poética' del Martes de Carnaval que ayer no pudo celebrarse por el covid