Cuando Cristina Rodríguez Gelpi se enfunda los guantes de kick boxing se aferra a la seguridad y siente el aliento de quienes la apoyan, que son muchos. “A mí, personalmente, este deporte me ha aportado muchísima confianza. Me ha hecho sentirme valorada por los compañeros. Me gusta, estoy a gusto, entonces no me resulta un esfuerzo”, describe. Esta erandioztarra acaba de regresar del campeonato del mundo de kick boxing, disputado en Italia. Acudió como veterana y saltó al tatami en dos modalidades. La primera se saldó con un K. O.; en la otra, su especialidad, la rival no pudo participar. Pese a ello, la experiencia ha sido satisfactoria. Porque el combate va más allá.

No hace ni cinco años que esta mujer se adentró en esta práctica que mezcla el boxeo con las técnicas de patadas de algunas artes marciales. “He hecho taekwondo desde pequeña, pero con el trabajo, primero, y después, al ser madre, lo dejé. Cuando los niños crecieron, decidí retomar el deporte. Me apunté el gimnasio y probé el kick boxing”, rememora Cristina. Un paso al frente y muchos más hacia arriba aupada por AKT-Astrabuduako Kick Boxing Taldea. Ganchos de vitalidad para una mujer de alma y cuerpo atléticos. Ha conseguido llegar a la cumbre de un campeonato del mundo cuando sus primaveras cuentan más de cuarenta. “Yo competía en veteranos, es decir, mayores de 41 años, en la categoría de menos de 55 kilos y en dos modalidades. Es un Mundial con mucho nombre y muchísimo nivel y ha sido una experiencia muy bonita”, asegura. “De mi categoría solo había una chica de Hungría. “En light contact perdí, pero salí supercontenta, estuve muy cerca de ganar. Me encontré mejor de lo que pensaba. Me vi muy bien. Y en kick light, que era mi fuerte, el combate se atrasó al día siguiente y cuando ya estaba calentando en el tatami, no apareció la chica, así que fue un chasco, porque después de toda la preparación me llevé un disgusto tremendo. Me gustaría haber podido competir, porque iba muy concentrada y preparada, lo tenía todo visualizado. Pero mis compañeros me han animado mucho”, añade. Suponía su primer contacto con un mundial y hasta la localidad italiana de Jesolo viajaron todas las fuerzas. Astrabudua por el mundo. “Al ser veterana, el viaje no me lo pagaba la federación. Te lo tienes que costear tú. Yo he tenido la suerte de que me ha ayudado el Ayuntamiento de Erandio, a través del Área de Igualdad. Han sido diez días en Italia, así que no solo es el tema económico, sino que, si no tienes un apoyo en casa, tampoco puedes hacerlo”, comenta Cristina.

La llave a esta cita estelar se la dio el campeonato de España. Ganó y fue seleccionada con el equipo español para acudir al mundial. Y eso que en ese duelo estatal tuvo que hacer frente a adversidades. “Tuve que competir en una categoría más, porque no había nadie de la mía, al final me fue bien, pero es mucha diferencia de peso, porque son diez kilos más”, apunta esta erandioztarra. Además, el papel que jugó su entrenador de AKT fue fundamental. “Si no llega a estar en la esquina, no habría sabido qué hacer en el segundo asalto, que fue el decisivo”, reconoce Cristina. Y es que él es quien mejor la conoce con los guantes puestos. De hecho, esta mujer está encantada con el ambiente que se respira en el gimnasio de Astrabudua. “Aquí hay muy buen compañerismo, no hay envidias, no hay malos rollos y lo que nos inculcan los entrenadores es que ellos no hacen campeones. Se fomentan los valores de ayudar a los demás, a que nos autoexijamos y no nos acomodemos. Cosas que luego aplicas a otras facetas de tu vida y que les inculcas a tus hijos también”, valora Cristina. Y es que la genética deportista que recorre su cuerpo también la han heredado su hija y su hijo, aunque encaminada al fútbol, por el momento. “Mi hija ha estado en la selección de Euskadi y tecnificando con el Athletic”, sonríe la amatxu.

Con sus compañeras, tanto las de su gimnasio como las de otros, hay muy buena sintonía. “Igual alguien me pregunta: ¿Vas a hacer algo el sábado? Y le contesto: Hemos quedado para pegarnos y luego tomar algo. Es así. Cuando hay que pegarte, te pegas y cuando no, no”, asegura Cristina, que no se fija próximas metas, sobre todo, porque los combates para mayores de 40 están sobre las cuerdas. “Siendo veterana, cada vez te ponen más dificultades; es probable que ya en el mundial no nos dejen competir. A nivel de Euskadi, seguirá habiendo y luego haré veladas que no sean competiciones o quedadas en los gimnasios…”, comenta Cristina, que ya ha dado un golpe mundial... sobre el tatami.