Sonrisas, abrazos, besos, saludos, confidencias, reencuentros y, todo ello, con una gran ilusión como denominador común. El polideportivo de Fadura de Getxo reunió ayer a una nutrida representación de personas y entidades que merecen la pena, tanto por sus logros personales como por su trayectoria profesional. Auténticos ejemplos de constancia y superación que predican con el ejemplo desde el ámbito más local y cercano, el genuino kilómetro cero, abanderando cada día el éxito de lo anónimo levantando las persianas de sus negocios, centros educativos, equipos o entidades deportivas y sociales cuyo buen hacer en la comarca de Eskuinaldea merecen una ovación como la de anoche.
Desde hace cuatro décadas no han dejado de respaldar a las personas con discapacidad intelectual de Bizkaia y a sus familiares, y ayer no iba a ser menos. Con puntualidad británica llegaron los y las integrantes de la asociación Gaude de Barrika, que brillaron con luz propia gracias a su desparpajo y espontaneidad. “Nos gusta ser puntuales, somos muchos y nos cuesta movernos”, bromearon antes de tomar asiento.
Valencia es su próximo destino, pero antes quisieron hacer un alto en el camino para brindar con todos los asistentes por un proyecto deportivo que merece la pena. El equipo de rugby femenino del Kakarraldo +35, denominado Antzarrak, lució con orgullo los colores de un equipo campeón. Un conjunto formado por una treintena de mujeres desde los 36 a los 54 años que forman una gran familia en cada partido, en fiestas de Plentzia, Cócteles o lo que se les ponga por delante. Y si se tienen que poner delante de una cámara para cumplir con el protocolo, lo hacen también como sobre el césped: todas a una con la mejor de sus sonrisas y el compañerismo por bandera.
En su negocio no es que predomine la alegría, precisamente, pero sus nueve décadas de trayectoria avalan su profesionalidad. Un legado del que dejaron testimonio los representantes de la Mutualidad Benéfico Funeraria de Leioa, Teodoro Esteban, José Luis López, Conchi Altuna y Laurentino Esteban.
En estos tiempos convulsos en los que ponerse de acuerdo en cuestiones importantes como es el futuro educativo de los jóvenes puede resultar una utopía, proyectos como el que abandera Azkorri Ikastetxea con su pacto por una infancia libre de móviles que aboga por retrasar la adquisición de los primeros dispositivos, sobresalen como un iceberg en medio del océano. Buena cuenta de ello dieron Elena Cruz, Inés Gallego y Alicia Gutiérrez, que acudieron acompañadas de las jóvenes, Ainhoa Hoyos y Malen Flores, quienes, de momento, llevan bien eso de que una pantalla portátil no sea el epicentro de sus vidas.
La amistad es uno de los valores más importantes que se pueden enseñar y, si hubiese que poner un ejemplo a las nuevas generaciones, a las aulas tendrían que acudir los integrantes de la cuadrilla Gu Gara. Una gran familia de amigos que mantiene su unión desde hace 50 años. Medio siglo, se dice pronto, compartiendo vivencias y confidencias, broncas y desencuentros, victorias y derrotas, fiestas y resacas... como aquellas primeras Aste Nagusia bajando en zancos por toda la calle Iturribide... ¡Qué jóvenes eran y qué bien se conservan! “Gora Gu Gara, ¡gora!”, entonó Gabarra, uno de sus integrantes, a ritmo de bertso.
El barco construido por su padre hace un cuarto de siglo comenzaba a dar síntomas de que necesitaba pasar a dique seco. Por eso decidieron embarcarse en una nueva aventura y diseñar el Beti Itsasoko II, una máquina de navegación preparada para afrontar cualquier desafío actual en una mar cada vez más revuelta. A la ceremonia, por razones logísticas, no acudieron en barco desde Armintza, pero sí se subieron a bordo de los DEIA Laboral Kutxa Hemendik Sariak Leyre Iturri, Iñaki Mendizabal, Edurne Ibergarai, Lucia Mendizabal, Beatriz Corcuera y Jon Mendizabal. Muy cerca de Lemoiz, desde la hermosa bahía de Gorliz, acudieron los responsables del restaurante Begoña, una familia hostelera formada por Beñat Gorostiaga, Aitor Martínez, Xabier Uribarri, Nekane Santamaría, Mikel Uribarri y Rosaura Santamaría.
A pocos metros de Fadura florece desde hace décadas una empresa que lleva el sello de José Ignacio Uribarri, galardonado por su trayectoria al frente de Viveros Fadura. En una noche tan especial, no le dejaron solo Ander Uribarri, Clara Odiaga, Itxaso Uribarri, su nieta Iare Larrabe y Miriam Martínez. Otro ejemplo de un negocio hecho a sí mismo, diferente a los demás, es la Frutería Bizarrak cuyos representantes, Gaizka Carazo y Ana Carmen Ibarguren, ofrecieron una dosis de la sinceridad que les caracteriza. Por último, por parte de DEIA acudieron Marta Martín, Ibon Mujika, Amelia Sancho, Idoia Gutiérrez, Iñigo Aspiunza, Haizea González y Joana Pérez.