Quien también merece un reconocimiento por su destacada labor solidaria y deportiva es el laukiztarra José Manuel Iñarrea. “Me hace mucha ilusión el premio. Estoy muy agradecido y más ilusionado que nunca para seguir visibilizando esta enfermedad y dar voz a Apoyo Dravet”, refleja. Precisamente, la enfermedad de la hija de un amigo le hizo cambiar su perspectiva de la vida. Profesional de la banca, decidió enrolarse junto a su amigo en un proyecto solidario para apoyar la lucha contra el síndrome de Dravet, también conocido como epilepsia mioclónica severa de la infancia. Se trata una forma rara y catastrófica de epilepsia intratable que comienza en el primer año de vida, con una incidencia estimada de 1 cada 16.000 nacimientos, según detallan desde la Fundación Síndrome de Dravet.

Una faceta solidaria que impulsa desde una vertiente deportiva. Su pasión por la montaña es el motor de su vida. La conquista de una cima es un proceso que primero sueña, después estudia y luego ejecuta. Todo ello en solitario, pero siempre acompañado de su banderín de Apoyo Dravet. Quiere que ondee lo más alto posible para obtener visibilidad y que esto se traduzca en fondos para la investigación. Por el momento ha conquistado más de medio centenar de cimas –por encima de los 2.000 metros– desde 2017. Cumbres como el Aconcagua (6.961 metros), el Mont Blanc (4.809 metros), el Cervino (4.478 metros), así como su reciente asalto a cinco cumbres míticas de Pirineos en cinco días: Aneto (3.404 metros), Posets (3.368), Monte Perdido (3.355), Vignemale (3.298) y Balaitús (3.144).

Se siente en plena forma y no quiere dejar pasar la oportunidad de seguir ascendiendo las cotas más importantes del mundo. Por eso tiene entre ceja y ceja el Kilimanjaro, el techo de África, un plan que ha ido retrasando; primero, debido al estallido de la pandemia y después por el disparatado precio de las expediciones en suelo africano. “El plan ya está trazado, pero al final este año también lo tengo que retrasar por un tema familiar. Pero del próximo mes de febrero no pasa”, advierte. Sin embargo, conquistar el continente africano no será su último reto. Otro de sus viejos anhelos es poner un pie en el Himalaya, la cordillera donde se encuentran las montañas más altas del planeta. “Es complicado porque requiere una gran inversión económica y los requisitos burocráticos se han endurecido, por eso quiere ascender el Ama Dablam (6.812 metros) porque los nuevos requisitos para intentar subir al Everest requieren demostrar que has escalado en Nepal previamente un pico de 6.500 metros”, expone.