ODAVÍA me emociono”. A Javier Abaurrea se le saltan las lágrimas al rememorar el momento en el que entró por última vez en la meta en la plaza Molinar de Gordexola en medio de una ovación y una marea de camisetas rosas. Eran las 22.00 horas del sábado y la adrenalina venció al desgaste físico acumulado en 16 horas de caminata por las calles y cimas del municipio al comprobar el cariño de sus vecinos a él y su mujer, Karmele Isusi cuando fueron arropados por dos columnas de gente y atronaban los aplausos. Su diagnóstico del cáncer de mama que les sacudió el 26 de junio de 2020 inspiró el reto con el doble objetivo de normalizar la enfermedad y reunir fondos para la investigación. Solo con el evento, que incluyó subastas y degustación de putxeras y pintxos solidarios “hemos rozado una recaudación de 6.000 euros” que se destinará a la asociación de cánceres de mama y ginecológicos de Bizkaia. A esta cifra se sumará lo obtenido a través de la web de la propia Acambi y las huchas depositadas en establecimientos de Gordexola y el núcleo urbano de Sodupe.

Quizás con las 16 sesiones de quimioterapia de ella en la cabeza, la pareja recorrió los metros finales de la mano y al finalizar se fundieron en un abrazo. “Lo que yo acabo de hacer no es nada, más que unas agujetas no me van a quedar”, bromeó, para ensalzar a continuación a “las verdaderas luchadoras: las personas que sufren esta enfermedad”.

“Hemos pasado por ello, con lo cual hablamos el mismo idioma”. Ana Cascajo, directiva de la Asociación de Cánceres de Mama y Ginecológicos de Bizkaia, que estuvo en Gordexola, empatiza mejor que nadie con Karmele Isusi y otras mujeres a las que la vida se les vuelve del revés tras la visita al médico que les confirma sus peores temores. Iniciativas como las de Javier Abaurrea “ayudan a quitarle ese halo de misterio a la palabra cáncer”, elogia. Aunque parece que se ha normalizado llamarle así con todas las letras, “se asocia ya se sabe a qué”, a un trágico desenlace. Esta desgraciada lotería “le puede tocar a cualquiera”, pero en Acambi quieren trasladar el mensaje de que “la vida sigue, se puede salir, y sobre todo”, que las afectadas no están solas”.

A menudo “igual nos cortamos nosotras mismas porque de cara a la sociedad hay que ser la más alta, la más lista, la más guapa... y cuando algo de eso falla nos ponemos una muralla delante”. En este sentido, “en cuanto a lo psicológico, ahora ellas acuden a la asociación”. “No somos médicos”, previene, pero proporcionan “ese respaldo de alguien que las entienda cuando nos cuentan su dolor mental, su bajonazo y cómo cuesta abrirse en esta situación”. Y es que ante el shock del cáncer “cada persona reacciona de una manera”. Una psicóloga “les echa una mano a ellas y sus familias, que son las grandes olvidadas”. “Madres, padres, hijos, etc. a veces desconocen cómo actuar en esos casos y vamos mejorando en función de las necesidades que detectamos”. A menudo vienen con el problema de cómo contarlo en casa, porque “no es lo mismo hablar a un niño de 15 años que a tu madre de 85”, así que “si ves que de aquí marchan tranquilos y más orientados ya se transforma en un día fantástico para quienes formamos parte de la asociación”.

Revisiones médicas

“No hay unos signos de alerta” que prevengan la aparición del cáncer, ya que “puedes padecerlo y no darte cuenta, pero que la autoexploración es algo importantísima”, tanto como no demorar la visita al médico “en cuanto te surge la duda”. En Osakidetza “podemos entrar dentro de los programas de detección con mamografías y otros procedimientos, así que, por favor no los tiremos a la papelera”, urge. Un mensaje que repetir, dado que durante la pandemia han detectado el problema del “miedo al contagio en el hospital”. Por eso, “no es que se hayan retrasado las consultas, es que nos hemos retrasado nosotros en ir”. No obstante, aun en pleno coronavirus, “las personas que estaban con sus tratamientos oncológicos han seguido con ellos y quienes tenían que operarse se han operado”. En el cáncer de mama “hemos subido muchísimo la tasa de curación del en los últimos doce o quince años”. Es el más frecuente entre las mujeres por delante de “los ginecológicos, como el de útero o de ovario”, enumera Ana Cascajo.

Con la satisfacción de comprobar la inmensa respuesta social, “me han donado un grabado de Ibarrola para la subasta benéfica”, Javier Abaurrea ya vislumbra otro desafío en el horizonte. “No sé cuándo, ya lo iremos viendo”, aunque primero “voy a descansar” tras la paliza.

“Lo que acabo de hacer no es nada, las luchadoras son quienes sufren la enfermedad”

Impulsor del desafío

“Iniciativas así le quitan el halo de misterio; se puede salir y las afectadas no están solas”

Directiva de Acambi