Sin duda, el horno alto número 1, el único de los dos que había que queda en pie, es el símbolo del pasado industrial de Sestao. Fueron tiempos en los que la localidad en particular y Ezkerraldea en general fueron el motor económico de Euskadi gracias a la siderometalurgia. El XX fue un siglo de vigor, de actividad y de generación de riqueza que acabaron en 1996 con el cierre de Altos Hornos de Vizcaya, compañía surgida en 1902 fruto de la fusión de Altos de Bilbao, La Vizcaya y La Iberia. Ayer, un cuarto de siglo después de aquel dramático cerrojazo, un total de 60 personas pudieron conocer la historia de los hornos altos de Sestao gracias a una visita al horno alto número 1, actividad encuadrada en la celebración de la primera edición del Labe Garaia Eguna, cita que busca reconocer la historia del municipio y llenar de actividad Txabarri. Las visitas fueron todo un éxito antes siquiera de llevarse a cabo, ya que estaba previsto que solo hubiese un grupo de 20 personas en esta actividad, pero vista la gran acogida de la iniciativa, a lo largo de la mañana pasaron tres grupos a conocer de cerca el pasado industrial de su municipio. “La actividad ha tenido una acogida magnífica por parte de la ciudadanía, tanto es así que, pese a haber organizado otros dos grupos más ante la alta demanda de la gente, ha habido personas que se han quedado en lista de espera”, señaló Yosune Serapio, edil de Acción Social del Consistorio sestaoarra.

Lo cierto es que la visita no tenía desperdicio. Ver de cerca el horno alto ya era una experiencia que muchos de los asistentes no habían experimentado y, además, contar con las explicaciones de tres personas que trabajaron en Altos Hornos de Vizcaya era un auténtico lujo. Así, a través de sus explicaciones, los asistentes pudieron conocer detalles como que el horno alto empezaba a funcionar gracias a aire caliente que, a 950 grados, servía para poner en marcha esta maquinaria en la que, con su funcionamiento, se lograba el arrabio -hierro que aún no es acero, pero que lo sería- y la escoria formada por materiales que, finalmente, servirían para realizar rellenos o carreteras. También pudieron conocer experiencias de los empleados. Fernando Aristegi trabajó en Altos Hornos desde principios de los 80 hasta el día de su cierre y ayer ejerció de anfitrión explicando el funcionamiento del horno alto. “Hace 25 años no imaginaba estar aquí contando el funcionamiento del horno alto. Cuando se cerró, solo quería que todo esto desapareciese porque el cierre fue un palo muy gordo. Ahora, con el tiempo, te das cuenta de la importancia que tiene conservar el horno alto y contar la historia, sobre todo, a los más jóvenes”, explicó Fernando. A las visitas de ayer acudieron personas de todas las edades, lo que deja entrever el tirón que tiene este monumento industrial.

Entre el público presente en la primera visita, se podía ver a un chico que seguía con mucho interés todo lo que se comentaba. Él era Jokin Fernández, un joven sestaoarra de 17 años al que la figura del horno alto siempre había atraído y despertado su curiosidad. “Para mí estar aquí es muy bonito. Es una pena que aún no se pueda visitar por dentro”, lamentó Jokin. Escuchó con atención e hizo preguntas. Una de ellas hizo que se notase su envidiable juventud, ya que indagó por la contaminación que generaba Altos Hornos. “Pregunta a gente más mayor y ya te contará el hollín que se quedaba en las ventanas. La actividad, por desgracia, contaminaba”, le respondió Fernando.Poner en valor el patrimonio

Con estas visitas se busca poner en valor el patrimonio industrial de Sestao y, más concretamente, el horno alto. Desde que se cerrasen estas instalaciones hace ya un cuarto de siglo, la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública ha estado trabajando por fomentar su conservación y protección. “Ver la respuesta de la ciudadanía ante estas visitas es todo un orgullo. Creo que esta jornada puede marcar un antes y un después e impulsar la rehabilitación del horno alto”, indicó Javier Puertas, presidente de esta asociación.

El objetivo que persigue esta entidad no es otro que lograr rehabilitar por completo este horno alto y que sea visitable, que se convierta en un museo de la industria, en un lugar en el que Sestao y Ezkerraldea recuerden su pasado y que, además, sirva para generar riqueza, desde la memoria, para el porvenir de la localidad.